Manuel Acevez - A la iglesia no la pueden matar
Actualizado: 20 ene 2021
"EI día 22 de mayo de 1965, La congregación general (el supremo cuerpo legislativo de la Compañía de Jesús) se reunió para elegir al padre Pedro Arrupe Gondra como Padre General según San Ignacio. A este superior general se le llama desde tiempos de la extinción de la Compañía, Papa Negro. Como la gente veía que la orden de los jesuitas la más numerosa del mundo, pues suponía que el general tenía mucho poder y como viste de negro y el Papa de blanco, fue el motivo de este nombre: el Papa Negro".
Explica pacientemente el padre Manuel Acévez Araiza con voz clara:
"Yo era jesuita joven - sonríe - y acababa de pronunciar mis primeros votos. En ese momento vino de España un compañero mío, el padre La Puente, quien siempre hablaba que el padre Arrupe les había impresionado desde el noviciado y que parecía que iba a ser un hombre extraordinario. “Cierra sus ojos. "Años después vino por primera vez ya como misionero del Japón el padre Arrupe a México, a hacer propaganda para atraerse jesuitas que quisieran irse a ese país, pues era el momento en que el emperador Hirohito declaró que él no era Dios sino un hombre cualquiera, consecuentemente era la hora para la conversión al catolicismo. El padre Arrupe hizo crecer la provincia del Japón extraordinariamente. En 1954, cuando es lanzada la bomba por los Estados Unidos él se salva milagrosamente. Dejando registrada su experiencia en dos libros: ''Yo viví la bomba atómica" y "Ese Japón Increíble". Cuando la elección estaba yo como representante de México. En total éramos 246, aproximadamente, y nos reunimos en Roma, en lo que llama la Curía Generalísima, cerca de El Vaticano. Y como un dato curioso, Radio Moscú dio la noticia de la confirmación de la elección antes de que la confirmación del Papa se publicara en El Vaticano. ¿Cómo se enteraron? Ese es un misterio... El padre Arrupe dentro de su estructuración de su gobierno me solicitó a su lado en la Curía, y me tocó ayudarle en los negocios de América Latina septentrional, durante diez años y cuatro más en el Teo logado, en Roma.
Durante ese tiempo viajé por América Latina cuarenta meses, poniéndome en contacto con las obras, con las personas, para poder opinar sobre los negocios de la Compañía y luego presentárselos al Padre Arrupe, para su aprobación o rectificación. Éramos un total de 106 personas de todo el mundo, y cada uno asesoraba en nuestra área al padre general".
JESUITAS EN EL SALVADOR
Ya reintegrado en México, el padre Manuel Acévez Araiza pasa ocho años en Puebla, donde funda el plantel de la Iberoamericana.
''Era el tiempo en que venía toda la renovación de la Iglesia y de la Compañía. El objetivo de todo el trabajo de los jesuitas era la evangelización en general y la defensa o servicio de la fe. Se declaró que la Iglesia se había preocupado menos de lo conveniente por los pobres, y se acordó ponerle un énfasis especial a esa clase. Esto se dijo en el Concilio. Y en la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano, de 1968 en Medellín se hizo una descripción de América latina como una serie de países oprimidos, y entonces empezó a desarrollarse ahí lo que se llamó la Teología de la Liberación, lo que quería decir que la Iglesia tenía que tratar de liberar a esas clases oprimidas.
Liberarlas primero de la ignorancia, liberarlas de la marginación, liberarlas de la opresión, pero por medios justos y sin llegar nunca a la violencia.
Entonces el objetivo de los jesuitas quedó concretado en este lema: "El servicio a la fe y la Promoción de la Justicia.
LM.- Y esa declaración de Medellín desemboca de alguna manera en el reciente asesinato de jesuitas en El Salvador...
MA.- "Nuestro papel" - dijeron los de la Universidad Centroamericana - "es ponernos con 10 universitarios, con 10 intelectuales, a hacer sobre todo el análisis de la realidad salvadoreña y a publicarlo"...
LM.- Tomando una postura...
MA.- Una postura en defensa del pueblo, pero desde la universidad.
Entonces se empieza a crear una oposición, una persecución. Basta ver ahora cómo se llevó a cabo el asesinato para darse cuenta que el gobierno lo preparó con mucho tiempo de anticipación.
LM.- ¿Entonces ustedes sabían que fueron los militares quienes los ultimaron?...
MA.- Sí, desde el primer momento.
La Universidad Centroamericana había sido atacada ya varias veces. La habían bombardeado otras tantas, pero al gobierno le interesaba dar la impresión de que defendía a la universidad, porque el padre rector había tenido entrevistas con políticos de todo el mundo, buscando el diálogo entre la guerrilla y el gobierno. No obstante, eso, seguían los ataques... La Universidad estaba sitiada por miembros del ejército en plan de defensa, y a las 3:30 de esa madrugada, treinta o cuarenta hombres armados entraron abriendo fuego. -Cruzando sus dedos reitera: "Lo que le estaba molestando al gobierno era el impacto intelectual que la universidad había tenido en la vida pública de El Salvador, con sus críticas al Gobierno de Cristiani y al partido al que pertenece”…
LM.- Pero ¿Quién dio la orden?
MA.- Eso no se va a saber nunca.
LM.- Qué gran equivocación es querer acallar por medio del asesinato el clamor de justicia de un pueblo...
MA.- Lo que sucede es que el poder y el dinero ensordecen. Y aparte, a la Iglesia no la pueden matar, entonces pues se ciegan.
LM.- Ahora, padre, ¿Cuál es el futuro de los jesuitas en El Salvador? Y ¿Hasta qué punto hay que arriesgarse para ser jesuita?
MA.- Siguen amenazados de muerte.
Todos los que están ahí están comprometidos a permanecer allí pase lo que pase. Dar la vida es el mayor testimonio que se puede dar por Cristo.
SERVIR A DIOS
El padre Manuel Acévez es autor del libro "Tres Ensayos y un Anecdotario"
donde narra su experiencia con el General Pedro Arrupe, como parte de su significado de la religión.
Yo creo - habla el padre Acévez convencido -, que la religión es una tendencia innata en el hombre, sintiéndose criatura y sintiéndose limitado, de respetar, de venerar y hasta de adorar a un Ser Supremo, sea el Dios que conocernos los cristianos o sea otro, porque las religiones se van diversificando. El fin del hombre es alabar y servir a Dios.
Como dice el padre Arrupe: "Dios está en todas las cosas, en todos los acontecimientos y en todas las circunstancias de la vida".
LM.- ¿Cómo se traduce el conocimiento de ese Ser Supremo en la vida diaria?
MA.- Hay una frase muy famosa de un compañero de San Ignacio que lo describe como contemplativo en la acción. O sea, en todas las cosas que él hacía , parecía como que tenía a Dios delante. Dios está en todos los acontecimientos; aunque estos sean trágicos. Ahí está Dios, de parte de los que sufren y de parte de los que hacen sufrir. Dios les respeta su libertad. Dios ha tolerado el mal del mundo porque el gran don que nos dio a los humanos es precisamente la libertad. Que el hombre ha utilizado pésimamente.
Todas las catástrofes que se han visto a lo largo de toda la Historia, han ocurrido porque ha habido una gran cantidad de hombres que no han sabido usar su libertad, que han abusado de esa libertad por la ambición, por sed de prestigio...
LM.- ¿Cuál es la prédica que usted daría a los hombres actualmente cómo jesuita?
MA.- Pues la prédica principal que nos vino a dar Jesús: "Que Dios nos ama a todos los hombres, y que como consecuencia de eso debemos amarnos los unos a los otros". En el momento que empezáramos a amarnos, desaparecería el odio, desaparecería la persecución, la ambición por el dinero, el acaparamiento del poder... El hombre significa el proyecto de Dios más perfecto que conocemos. Dios dijo:
"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Y la imagen y semejanza de Dios en el hombre se ve precisamente en su capacidad de pensar y decidir y de admirar la naturaleza, de admirar la belleza...
Todo eso es el hombre. Como dice aquella frase que acuñó el padre Arrupe: "Debemos ser hombres para los demás".
28 ENERO 1990
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