Zubin Mehta - Como una opera de Wagner
Actualizado: 19 ene 2021
Zubia Mehta, una de las batutas más poderosas del mundo, llego esa mañana con la misma cordialidad sin matices que mostró cuando fuimos presentados. Muy dinámico, fuerte y decidido en sus movimientos, Zubin Mehta tiene la dignidad distante, pero sin reservas que siempre atrae de su raza. Lo que primero impacta en la persona del hindú Mehta es su mirada. Una mirada que a uno deja indefenso. Le siguen su nariz sensual e inquietante, y la boca maligna, sobre tez canela. De Manera que el músico de cualidades excepcionales fijo sus ojos un instante y a partir de ahí se estableció una comunicación ajustada contra reloj por su inmediata salida a Australia para otra más de sus presentaciones.
INDIA
"India es como toda Europa reunida en un solo país, con diferentes culturas, razas, religiones, etc. Todo en uno creo que exista ningún otro país así confirmado, ni siquiera China, porque aun tienen más gente, todos sus habitantes comparten básicamente la misma cultura. Nosotros los hindúes somos distintos. Entre los del norte y los del sur hay tanta diferencia como entre sicilianos y noruegos..."
Mehta nació en la ciudad de Bombay, en la india, lugar donde recibió una educación musical desde temprana edad de su padre, Mehli Mehta, Primer ministro de Conciertos, más tarde director de la Sinfónica de Bombay ahora director de la Sinfónica Juvenil Americana. Zubin Mehta estudió violín, y piano desde la edad de siete años; a los dieciséis ya dirigía acompañamientos para los conciertos de su padre.
Después de un breve periodo en la escuela de medicina, decidió ahondar en su carrera musical.
Abandonó Bombay y se trasladó a Viena, Austria, con el objeto de estudiar piano, composición e instrumentos de cuerda, además de que dirigió la Academia de Música. En 1957 se graduó en conducción orquestal.
Al siguiente año Mehta condujo la Musikverein de Viena.
Asimismo, fue a Liverpool Inglaterra para participar en el Primer Congreso Internacional de directores, en el cual ganó el primer premio entre cien concursantes. A la edad de 26 años, fue designado director musical de la Filarmónica de Los Angeles, convirtiéndose así en el director permanente más joven de esta orquesta.
Un año antes había dirigido la Sinfónica de Montreal, por lo cual se convirtió en el único director simultáneo de dos orquestas sinfónicas en Norteamérica. Posteriormente renunció a su puesto en la Filarmónica de Los Angeles para tomar la dirección de la Orquesta Filarmónica de Israel en 1977 y la dirección de la Filarmónica de Nueva York en 1978.
HACER DE MI VIDA UN ARTE
- “Antes poder hablar, yo descubrí la música en casa de mi padre, pero el sonido de una orquesta no lo escuche, hasta que conocí la ciudad de Viena, lo cual una gran ventaja porque para mí la Orquesta Filarmónica de Viena es la mejor del mundo.
Viena me ayudó a saber lo hermosa que es la música.
Definitivamente -mueve su cabeza-, la medicina no era para mí. Yo solamente admiro a los médicos…”.
-Y a la música...
- ¡Claro! La música es mi vida.
Hay mucha gente como yo, que trabaja duro porque disfruta de su vida y de su trabajo, es decir, su vida entera es una especie de vacación. Yo trabajo diariamente de 17 a 18 horas en Nueva York, así que cuando tengo algún tiempecito libre, procuro no hacer nada. ¡Usted sabe que es un placer no hacer nada! Cuando se tiene que viajar por el mundo trabajando: Australia, Japón, Bangkok, Europa, América…
-¿Nunca se cansa?
-Realmente no, a veces aparento estar cansado. (Sonríe enigmático)
- ¿Existen dos Mehtas? ¿Uno dentro y otro fuera del escenario?
- No.
- ¿Siempre es el mismo?
- Tal vez sea distinto cuando estoy con mis hijos o con mi nieto, o en mi casa en Los Angeles, donde llego solamente unos días al año. En 1974, cuando compré la casa, yo era director musical de la Orquesta y en ese entonces yo vivía allí cuatro o cinco meses al año. Y tenía muchos amigos mexicanos…
¿Feliz? Para mí la felicidad tiene muchos aspectos, como mi familia, mi trabajo… Pero creo que la felicidad viene en rachas, como una ópera de Wagner, que va de abajo a arriba y viceversa.
El hecho es que a veces he sido muy infeliz en mi vida. No me gustaría que se repitiera, pero todo ayuda adquirir experiencia.
- Dígame, ¿Qué relación existe en su opinión entre la vida y el arte?
- Bueno en Alemania hay una expresión que dice: “Arte de vida”. Es decir, que puede hacerse de la vida un arte. Yo he tratado de hacer de mi vida un arte, yo no sé si he tenido éxito, pero para mí verdaderamente existe un arte de vivir. Yo amo lo que hago, y siempre lo quise hacer tal y como lo hago. Esto se traduce como una forma de arte.
El arte de vivir a veces se torna grotesco o melancólico, y a veces se llena de humor o de amor. Tiene de todo y puede ser nada, como todas las artes. Los pintores y los músicos en ocasiones reflejan su agonía. Yo he observado cuadros en que realmente se aprecia que el autor sufría al crear su obra.
INTERPRETANDO SENTIMIENTOS
- Durante tres noches históricas, tuvimos en el Palacio de Bellas Artes la presentación de la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta. La última obra de todas fue la Sinfonía No. 7, de Antón Bruckner. Que cierra con una ejecución gloriosa, inobjetable.
- Esa música es la victoria del espíritu, Bruckner compuso esta última parte al enterarse de Wagner, y por ello a esta explosión espiritual en su música, después de la cual viene una bellísima melodía de violines, muy alta, como transmitiendo el llanto del autor sobre la tumba de Wagner, ya que él admiraba muchísimo a este compositor… En cambio Shoenberg es un compositor sumamente erótico. ¿Ha oído usted a Arnold Shoenberg?
- Usted tocó “Noche Transfigurada". ¡Bellísima!.
- En esta pieza se traducen las emociones de una joven que le dice a su novio que tiene un hijo de otro hombre. Y él la ama de tal manera que acepta la situación.
Nosotros simplemente tenemos que entender a los jóvenes.
Shoenberg tiene de Wagner el erotismo en un sentido romántico. Es como la catedral de la música barroca austriaca. Su más grande exponente.
- ¿Entonces cada vez que usted interpreta se posesiona de las emociones del autor al crear la obra, para transmitirlas al público?
- Sí, aunque no todos tenemos los mismos sentimientos. -Mehta se deja llevar con placer en la conversación: “Si no viviéramos de esa manera propia, no podríamos expresarlo con música. Por eso cuando un niño interpreta un concierto para piano de Brahms, él puede tocar las notas que lee o escucha, pero no las vive aún. A los quince o dieciséis años, no ha experimentado las emociones que tuvo el autor al escribir la obra”.
NO ME GUSTA EL ROCK
La Orquesta Filarmónica de Israel nació, hace cuatro décadas, como Sinfónica de Palestina. ¿Su vida ha sido convulsionada por la vida política de Israel?
No hay implicaciones políticas en la orquesta. Se trata de una organización financiada por la iniciativa privada y el Estado participa con un porcentaje no superior al seis por ciento. Esta orquesta está integrada por 100 músicos israelitas. Son músicos que reciben el salario equivalente al de cualquier profesionista, no al de un hombre de negocios. La orquesta funciona como una cooperativa en la que cada dos años se elige por votación a 3 de sus dirigentes administrativos, con los que yo arreglo exclusivamente los problemas de esta área, pues los asuntos artísticos me corresponden a mí. Soy un director democrático hasta el nivel más razonable, pues en un momento dado, si de una sección de 18 violinistas uno tiene que tomar la parte solista, alguien tiene que tomar la decisión. Y - ríe - a la hora del ensayo se acaba la cooperativa.
- ¿Es para usted igualmente fácil dirigir distintas orquestas?
- No, cada una tiene distintas personalidades tocando los instrumentos. Por naturaleza los directores empleamos algo de psicología con los músicos. Pero no siempre es posible conocerlos personalmente. En esta orquesta que usted escuchó, yo conozco muy bien a todos los integrantes.
En Nueva York hay menos conexión, pero los músicos son infinitamente superiores. Así que a veces se sacrifica la conexión.
Con la Filarmónica de Israel no se busca un sonido particular. La música que resulta sobre el escenario es resultado del conocimiento profundo que en la orquesta tenemos de todos los estilos. De ahí nace el color de nuestro sonido...
- ¿Y a usted le gustan todos los lenguajes musicales?
- ¡Casi todos, pero no me gusta el rock’ n rol! Si me hiciera esa pregunta de dentro de unos quince años, cuando el rock ya estuviera muerto, yo le contestaría esto:
"Hace quince años se escuchaba mucho una cierta música que no me gustaba". Me gusta el jazz y algunas cosas de música popular, pero definitivamente no me gusta el rock.
- ¿Y su experiencia musical lo conecta fácilmente a los sentimientos de las personas?
- Como director puedo conocer a la gente mucho más aprisa que los de más, ya que yo trato regularmente a centenares de personas, lo que equivale a centenares de emociones diferentes. - Irguiéndose agrega:
"Los músicos cuando tratamos a las personas, las vemos a los ojos... "
Y fue con una mirada que Zubin Mehta detuvo el tiempo y lo llenó de música.
22 OCTUBRE 1989
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