Carlos Terrés - El fundador de León murió flechado, como San Sebastián
Actualizado: 29 dic 2020
Con sus casi cuatro metros de altura, Gordiano Guzmán (personaje de la insurgencia que le dio su apellido a Ciudad Guzmán) está firmemente parado sobre burdos costales de azúcar, algunos troncos y piezas de cuero. La escultura aguardando ser entregada, está trabajada con proporción, fuerza y emoción por su autor Carlos Terrés.
Caminar con Carlos en su inmenso taller en Lagos, Jal. es cautivador, ya que con abierta curiosidad puedo ver, tocar y preguntar sin llegar a extraviarme en materiales, técnicas y procesos modernos que utiliza en cada obra.
MARMOL RECUPERADO
LM.- Carlos, ¿Qué tipo de material es el que utilizas para poder darle diferente color y terminado a tus esculturas?
CT. - Es mármol recuperado. Es una aglomeración de la piedra de carbonato de calcio con resinas de polyester, que da como resultado una piedra sintética más dura que la natural. Es más fácil de trabajar, más durable, más resistente y menos pesada que la piedra natural, que tiene además el defecto de la veta.
LM.- Pero si es tan dura, ¿Cómo cincelas?, ¿Cómo detallas?
CT. - Con cincel neumático o rotomartillo.
LM.- ¿Cuáles son los pasos que sigues para una obra de esta naturaleza?
CT. - Primero modelar en arcilla, después se hace el molde, y luego el vaciado de la piedra sintética. -Y mientras caminamos alborotando el polvo que se encuentra dormido en todas partes, explica: "Mira en Europa se están pintando las esculturas de mármol natural con esta resina que yo utilizo, para protegerlas de las lluvias ácidas que son las que se comen el carbonato de calcio y las desbaratan".
Los trabajos de Terrés están diseminados principalmente en Japón, México, Guadalajara, Chetumal Y León. En esta ciudad resaltan:
el recién inaugurado monumento a Rodolfo Gaona y las fuentes del Parque Hidalgo: "una de ellas está dedicada a la fundación de León. Representa al hombre luchando con la naturaleza y a la vez hay una coincidencia muy interesante.
El padre Espino fue quien fundó León un veinte de enero, día de San Sebastián, quien murió flechado. Y el padre Espino también murió flechado por los Chichimecas. Por eso están los dos representados en la fuente. La figura femenina de enfrente representa al Valle de Señora, con unas lechugas en una mano, y con la otra está regando la región con todos sus productos (el lugar donde se asienta la ciudad de León, antiguamente se llamaba Valle de Señora). León calza a México, y por eso también se encuentra una figura que está representando al zapatero y su producto. Todo el trabajo tiene un simbolismo".
EL JAGUAR, LA TORTUGA
Durante el recorrido, Carlos inconscientemente se agacha y tomando un trozo de barro fresco, lo aprieta con la mano sintiendo su consistencia.
LM.-Actualmente, entre la pintura y la escultura, ¿por cuál te inclinas más?
CT.- La escultura para mí es más fácil que la pintura. Cuando me aburro de pintar, me pongo a hacer escultura. Creo que tengo esa ventaja. Yo trabajo la pintura en acrílico. Tiene más resistencia.
Se tiene uno que actualizar en todo. El otro día estando con Juan Torres, el organista, me decía:
"Si Miguel Ángel se levantara de su tumba y viera lo que están haciendo con piedra sintética y rotomartillo y todo eso, se volvería a morir". En Chetumal, por ejemplo, hice un monumento de treinta metros de largo por veinte de alto. Imagínate nada más el trabajo que habría costado conseguir una piedra de ese tamaño.
Hubiera salido muy costoso.
LM.- ¿Y cuál tema te gusta más desarrollar en la pintura?
CT.- Me gusta utilizar el tema mexicano, lo nuestro. Me gustan los animales, como en el caso del jaguar, que siempre han simbolizado al hombre, por su inteligencia.
También me gusta el caballo, el toro... En uno de mis trabajos estoy pintando una tortuga, con el dibujo que tiene en el caparazón que es el símbolo de la luz. La forma como sacan la cabeza del caparazón es como un amanecer, según un simbolismo muy poético. La serpiente también es un símbolo para muchas culturas.
Quetzalcóatl es símbolo de la tierra, pero con el elemento espiritual de las alas. Por eso es La Serpiente Emplumada. Lo que hacían los franciscanos antiguamente, era castigarse corporalmente para que su espíritu se fortaleciera. A Quetzalcóatl se le representa devorándose a sí mismo, mordiéndose o castigándose para que sus alas se fortalezcan, o sea, para que su espíritu se fortalezca.
Llegamos hasta un andamio pegado a la pared, donde se ve un trabajo de grandes proporciones a medio realizar, con armazones y líneas trazadas, con piezas que se están implantando.
"Es para una iglesia en Guadalajara", me dice un Terrés que, pensando en voz alta, agrega. "Yo creo que el día que esté uno contento con una obra, se acabó el artista. Porque mientras uno trabaja, esto se vuelve juego. Cuando acaba ese gusto por el mismo trabajo y se empieza a tomar en serio, pues ya se vuelve uno artesano.
Uno sabe los defectos de la obra más que nadie. Uno mismo sabe en qué falló. Siempre se queda un sentimiento de que pudo haberse exigido más. La autocrítica en el pintor y el escultor es siempre el peor enemigo, porque uno piensa que debe de lograr una obra mejor".
Y así, caminando en un mundo de creación, entre obras que empiezan a nacer, murales que hablarán, estatuas que accionarán y animales que tendrán vida, Carlos Terrés se queda disponiendo el ordenamiento de ese caos fecundo.
31 Enero/1988
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