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Foto del escritorLuz Marcela Vera

Fernando Mora - Fui a cantar al fin del mundo

Actualizado: 16 dic 2020

Esta es la historia de Fernando de la Mora, un hombre que cantando en los palenques surge revelándose como toda una promesa mexicana, escalando como tenor lirico una carrera me teórica en el me dio operístico internacional.

Con contratos para presentarse en dos meses en Colonia, Alemania;

Tel Aviv, Israel; Los Angeles, San Fran cisco y Nueva York, de los Estados Unidos de América.


UNA HISTORIA CANTADA

Fernando de la Mora es un joven moreno, bien parecido, de pelo encrespado, barbicerrado, de hermosos ojos encerrados en enormes pestañas negras y de voz clara y armoniosa, que mientras descansa en un sillón dejando su robusto cuerpo reposar, deja correr sus palabras: "Lo más importante es cantar. Dejar de estudiar es lo peor que le puede pasar a un músico.

El órgano vocal es un músculo que si no lo estás ejercitando se atrofia. Hay que cantar el repertorio que le corresponde a tu garganta.

Por ejemplo, si a mí me ofrecen Turandot, de Puccini, a los cinco años ya se me acabó la voz porque la forcé. Hoy -agrega sencillo- gracias a una beca que recibí de Universo 21 (una institución que preside Manuel Arango y que se dedica a salvar las cosas más importantes que se están perdiendo en México), estaré todo el verano en Carolina del Norte tomando un curso con los coaches más importantes de Estados Unidos Y de Europa. Por supuesto que esto cuesta un dineral. Te puedo decir que un coach te puede costar, no sé, cien dólares la hora. Hay coaches de idiomas, coaches de estilo, de escena, de todo".

AVE MARÍA

La afición por el canto en Fernando de la Mora empieza desde pequeño. Ya en la secundaria ingresa a la rondalla con voz de soprano, para cambiar a tenor según su crecimiento. Aquel muchacho cantaba sin ninguna técnica, hasta que el compromiso de boda de su hermana para cantarle el Ave María le hace meterse al Conservatorio con el maestro Paco de Migueles, desarrollando una técnica y una voz. Pero fue con Emilio Pérez Casas, que decidió dejar la Universidad, donde alternaba la carrera de administración de Empresas con las clases en el Conservatorio Nacional de Música, para dedicarle todo el tiempo al canto.

OPORTUNIDADES DE CINCO ESTRELLAS

Fernando, yo creo que tienes un hada madrina, porque tu ascenso te está llevando junto a los mejores cantantes mexicanos como: Francisco Araiza, Miguel Cortés y Ramón Arturo Vargas. ¿O es que traes una buena estrella? Fernando de la Mora sonríe y confirma: "Pues yo creo que han de ser unas cinco estrellas, porque te voy a decir yo empecé a tener muchas responsabilidades muy joven. Yo me casé a los 22 años, y tuve a mi primer hijo antes de cumplir 23, entonces tuve que trabajar en lo que quiera y como viniera. Y el palenque me dio la confianza para poderme enfrentar a cualquier tipo del público. Llegué a cantar desde los más importantes lugares hasta los palenquillos enclavados en la sierra de Durango, de Chihuahua, de Sonora"… -Cierra unos segundos sus ojos - recordando tiempos difíciles: "Fui a cantar de veras al fin del mundo, ¡caray!

e irguiéndose en su asiento, continúa:

"Yo empecé a ganar bien en el palenque, cantando popular, pero el maestro Pérez Casas no quitaba el dedo del renglón de que yo cantara ópera. Pero en la ópera pagaban muy poco... Y pasó que una vez mi maestro invitó al crítico y cronista de teatro y ópera Rafael Solana, y éste publicó un artículo maravilloso sobre aquella audición. A raíz de eso me dieron un papel chiquito en Rigoletto, de Verdi. Al mes, Enrique Patrón de Rueda, que era el director en aquel momento de la ópera de Bellas Artes, me habló y me ofreció Pinkerton de Butterfly. Como pude, sin dormir, tuve que aprenderme el endemoniado papel de Pinkerton en trece días para que me lo diera. De ahí me vine a Juego Mágico a Guanajuato -pasa los dedos sobre el cabello alborotado por el viento-. Luego mis presentaciones con Butterfly en Guadalajara, Jalapa y México tuvieron mucho éxito, y Nacho Toscano me dio la oportunidad de abrir la temporada de ópera al lado de Gilda Cruz Romo (la gloria máxima que ha tenido México como soprano), con Tosca, de Puccini, Siguió Romeo y Julieta y la Traviata en Bellas Artes. Y al estar en Nueva York audicionando para los coaches del Metropolitan, recibí una invitación a la reseña de Acapulco. Ahí Miguel Alemán me presentó a Plácido Domingo, quien me había oído y quería conocerme. Plácido es una persona extraordinaria que me ha apoyado en todo lo que he hecho. Me ha aconsejado vocalmente, artísticamente y hasta financieramente.

Él se ha portado como un padre conmigo; acabamos de estar en Israel. Le fui a cubrir los Cuentos de Hoffman.

(Silencio) ¿Sabes?, yo pienso que la vida son oportunidades: o las tomas o las dejas". En este momento, el artista es llamado para su presentación como primera figura en la Clausura del XVI Festival Internacional Cervantino.

Después de una rápida despedida, sólo queda este relato, el de Fernando de la Mora. Una persona que ha llevado a cabo con tenacidad, perfeccionamiento y profesionalismo un fulgurante ascenso para hacerse un lugar sobresaliente en la ópera del mundo actual.

5 Febrero/1989

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