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Foto del escritorLuz Marcela Vera

Héctor Rodriguez - Los infinitos espacios de Explora

Actualizado: 24 ene 2021


40-45, no se ve de más. Sólo a poca distancia las arrugas de los ojos de Héctor Rodríguez Aparicio son las que delatan sus 51 años, mientras su pelo y bigote negro azabache tercamente le quitan la edad. Más allá de su apariencia, Rodríguez Aparicio es preciso al confirmar y reconfirmar la hora de la cita para la entrevista. En proporcionar fechas exactas sobre Explora, tema que le apasiona, y en vestir siempre de saco y corbata.


¿Nunca te quitas el traje?

El fin de semana (risas). Entre semana no. Mira, venía pensando: “A ver si no pregunta desde cuándo uso corbata y saco…” Y la verdad, fue porque un tiempo trabajé en Bancomer en México. Y me acostumbré en esos dos años como banquero a vestirlo. Luego al llegar a León en el 72, empecé a batallar de nuevo como cuando pasaba allá en el banco -que no me hacían caso porque me veían chiquillo-; entonces me puse la corbata y el saco. Sin traje no parecía una persona que trabaja en una empresa, parecía un muchacho joven. Y es que he sido comelón de años. Hay gente que no me saluda cuando ando de sport porque no me conoce.

Aún sin abandonar su sonrisa, sin vanidad alguna, Héctor emplea un lenguaje claro y animoso al saberse cuestionado.

Héctor, Explora se inaugura el 22 de noviembre de 1994. ¿Cómo nace la inquietud de crear este Centro?

Fue a raíz del cambio de Gobierno en el Estado, con el Partido Acción Nacional. Yo llevaba una muy buena relación con Carlos Medina, quien se preocupó por hacer un patronato. Y en una reunión entre otras cosas mencionó la feria de León; dijo que necesitaba la participación ciudadana para que la feria fuera una institución. Entre los nombres que se mencionaron para integrar el patronato apareció el mío. Posteriormente armó sus cuadros y pensó en Jorge Yamín, pero como yo también estaba en la lista de postulados me habló y me dijo que me integraría como tesorero o secretario con Jorge Carlos Obregón. Los nombrados nos sentimos comprometidos; además yo ya me sentía con la obligación de trabajar en favor de la sociedad, aunque ahora puedo ver claro que lo que necesitábamos era un esfuerzo comunitario. En ese tiempo yo era presidente del Club Campestre; había participado con el grupo que encabezó el proyecto de la Universidad Iberoamericana, que hoy es una realidad.

A mí no me atraía nada la idea de la feria porque de ella tenía una imagen muy diferente: que todo el mundo iba a divertirse y a tomarse unas copas. Y con la feria en 91; y la de 92, hubo y algunos cambios importantes. Ahí empecé a familiarizarme con una serie de cosas que yo no había vivido y que para mí eran un reto. Se comentó que los terrenos de la parte de atrás de la feria eran terrenos federales, que iban a entregarse o a venderse a una empresa para construir unos multifamiliares. Entonces nos alarmamos sobremanera, por un lado porque gran parte de esos terrenos ya los había ocupado el anterior patronato para ampliar la Feria y, obviamente, el primer problema era que ésta se iba a recortar; el segundo problema, que nos parecía descabellado, era que planeaban crear una zona urbana de tanta densidad en un terreno que ya era un pulmón de la ciudad; fue entonces que surgió en las juntas de Consejo la idea de hacer un parque.

Supongo que Rafa Yamín tuvo mucho que ver en eso, porque él es muy ecologista; Jorge Carlos habló con el gobernador, y así empezó a gestarse una relación entre Carlos Medina y el presidente Salinas, pues se trataba de un terreno federal, a cargo de Desarrollo Social. En principio pensamos qué podíamos hacer con el parque, y en una conversación con Paty Pimentel, surgió la idea de hacer un observatorio en León, un planetario… Visité entonces varios planetarios en México para aclarar mis ideas, hasta que nos enteramos del Centro Cultural Planetario Alfa; y nos fuimos a Monterrey, y vimos que era un planetario que había evolucionado hacia otro concepto. Dijimos:” ¿Cómo se llama esto? ¿Qué es? Un centro de Ciencias. ¡Ah, caramba!, pues está bien”.

Regresé a León con las ideas muy en claro: ¡Esto es lo que necesitamos en León! En ese tiempo hablábamos de un museo de ciencias; el director de Alfa nos contactó con los constructores que estaban haciendo un museo en Jalapa, tanto en el aspecto museográfico como en el constructivo arquitectónico. Ellos vinieron a León y se interesaron por el proyecto, mismo que le presentamos a finales de 1992 al presidente Salinas. El presidente lo aprobó y nos ofreció recursos. Así se dio el banderazo. Y (Luis Donaldo) Colosio vino a colocar la primera piedra.

En aquel tiempo el proyecto costaba treinta y seis millones de pesos. En el patronato nos dividimos el trabajo: Jorge Carlos lo coordinaba, Memo Reyes se encargó de la construcción y yo de la museografía y la decoración. Rafi estuvo en todo. En mayo de 1993 empezó la construcción y dos años después quedó inaugurado.

Sin perder la sonrisa, Héctor saca la siguiente información impresa:

Inversión en Explora entre 1993 y 1994

Total sin terrenos: 51 millones de pesos (14.5 millones de dólares.)

Aportaciones

-Gobierno Federal 13 millones

-Gobierno Estatal 13 millones

-Feria de León 13 millones

-Gobierno Municipal 6 millones

-CNA 5 millones

-Donativos particulares 1 millón


¿Hubo un estudio previo o simplemente se dio?


Fueron ambas cosas: hubo un estudio, pero también fuimos muy afortunados, porque lo terminamos antes de la devaluación. Yo creo que la mano de Dios estuvo allí; todos teníamos claro que había que aprovechar esa sinergia tan favorable en Guanajuato.

Héctor, ¿por qué se te identifica precisamente a ti con este proyecto?

Por varias razones, aunque no fue mi proyecto. Yo participé activamente desde el primer momento y seguí vinculado a él. Me quedé como responsable de Explora dentro del patronato de la Feria.


¿Explora es autofinanciable?


No lo es; no puede ni debe serlo. Porque los centros de ciencias, si se hacen autofinanciables, pierden el objetivo de llegar a la comunidad. No se puede cobrar, como en los Estados Unidos o Canadá; aquí cuesta mucho menos la entrada.

¿Entonces es subsidiado?

No se trata de un subsidio; aquí todos los Centros de Ciencias nacen como una oportunidad de una institución educativa o de un capital que quiere apoyar a la ciudad y que aporta recursos o crea fondos… Estas instituciones tienen que ser visionarias, llevar los mejor de la tecnología a la gente y eso no se logra cobrando cuotas, se logra con apoyo.

¿Qué afluencia tiene el Parque Explora?

El promedio de afluencia es de alrededor de 930 ó 940 personas diariamente, de martes a domingo.

¿Y qué representa este proyecto que tomó nueve años de tu vida?

Explora es obviamente una parte muy importante de mi vida; pero quizá me dediqué con más fuerza al Centro de Ciencias, me pasaba allí sábados y domingos; mi esposa decía que era “viuda de Explora” … Para mí es algo muy importante y ya que quiero muchísimo, pero no veo en ese proyecto “lo grandote”, sino lo que vale, que es lo que puede generar en la gente. Por eso nació Explora, para despertar vocaciones. ¿Cómo se le puede pedir a un niño que sea un científico importante, un hombre relacionado con los nuevos y modernos sistemas, si él en su escuela nunca ha visto una computadora? Ahora son más comunes, pero cuando empezamos no. Todavía llegan grupos de zonas olvidadas y uno se impresiona ya no de los niños, sino de los maestros, de lo que ven y de lo que pueden aprender. Quizás el aprendizaje sea muy relativo en cuanto a decir que sacaron algún beneficio; lo que vale más es que el Parque Explora crea una inquietud y una motivación para seguir aprendiendo.

En la institución vemos que el área de las computadoras tiene un gran éxito; del interés de los niños por entrar al Internet nació el proyecto de la biblioteca central como Centro del Saber. Se trata de las famosas “Computecas” que ahora se han establecido en Guanajuato y en todo México; el concepto ha sido muy importante, es una maravilla porque los niños y los adultos se pueden poner a trabajar en una computadora y aprender; es un proyecto fabuloso.

¿Hubo algo que te instó a llevar a cabo este proyecto aún con sus desvelos y preocupaciones?

Yo creo que de alguna manera la huella de la educación jesuita es indeleble, se vuelve parte de la vida; ya ni me lo cuestiono… Desde muy chico aprendí que ésa es la historia de la vida, hay que trabajar, no porque me guste el dinero, sino porque creo que es parte de mi obligación no sólo generar riquezas para la sociedad. Esa idea es el concepto de servicio, que ya no me puedo quitar. Y, bueno, si uno es consciente y congruente con sus ideas, hay que seguirlas. Como dice un querido amigo mío, Roberto: “¡Ah malditos jesuitas! De haber sabido lo que me iban a hacer, nunca me hubiera ido a estudiar con ellos”. Es cierto, cada uno se acuerda ya tiene uno la marca de la casa. Yo llegué a León y empecé a trabajar, pero llegó un momento en que me cansó la vida empresarial; quise ver un poco más allá, no es que no siga amando el sector empresarial, pero creí que debía extenderme un poco más.

¿Por qué?

Porque creo que en la vida los problemas de la sociedad no se pueden resolver sólo desde la óptica empresarial; por eso cuando se presentó lo de la Feria me pareció que era un proyecto popular, para el beneficio común, claramente sociable. En las empresas el beneficio social va hacia sus gremios y obviamente tiene trascendencia, porque al crear mejores empresas, mejores líderes, se genera riqueza; pero ahí es un poco más cerrado. En cambio, vas a una feria y ves la cara de los chiquillos contentos, felices; la alegría del obrero que olvida sus preocupaciones y se divierte durante dos horas como loco en la feria. Lo del Centro de Ciencias surgió de una manera natural porque a mí siempre me ha llamado la cuestión educativa; entonces se daba una conjunción de factores favorables, estábamos muy conscientes de lo que hacíamos, veíamos la trascendencia de las cosas.

Héctor, la distribución de la riqueza en el país ha implicado mucho esfuerzo, pero todavía no se ha logrado. ¿Qué crees que falte para que siempre sea una feria, para que el obrero no tenga sólo esas dos horas de alegría?

Yo creo que nos falta muchísimo; hay que hacer todavía un mayor esfuerzo. Por un lado, las empresas tienen que ir cambiando, generar riquezas y recursos, abrir caminos, espacios;

siendo justos, creo que ahí se ha dado un cambio. Creo que las diferencias económicas en este país, la pobreza, hay que abarcarlas de muchas maneras; una es generando riqueza, pero no basta, hay que hacer proyectos educativos para que la gente empiece a creer y a ver las cosas de otra manera, que se le den herramientas, medios para crecer. También tenemos que trabajar en el aspecto filantrópico; es muy importante que no sea el Estado el único responsable del desarrollo, que no haya asistencialismo sino instituciones, grupos que propicien la distribución de la riqueza, que generen posibilidades de desarrollo para la comunidad.


¿Cómo piensas que se pueda crear esta consciencia en la sociedad?


Pues hay que generar instituciones nuevas que se dediquen a este cambio de cultura en León.

Héctor Rodríguez Aparicio es un hombre que por su método de trabajo correcto, pero empecinado, representa claramente su idea de lo que debe ser un empresario, o mejor dicho un ser humano con todo un proceso interior claro y solidario con el ser para los demás.


¿Cuál crees tú que es el problema de base de la marginación socioeconómica?


Hablando de León, son terribles los problemas que tiene la ciudad en cuanto a marginación y falta de oportunidades; el problema de fondo no es asistencial, es importante, pero no debe ser la clave; muchas veces se apoya, pero no se va al fondo de la problemática. Eso es lo que hay que ir cambiando en esta ciudad, es obvio que al final de cuentas todo recae en la educación; la gente debe tener acceso a un nuevo mundo, ahí es donde juega un papel importante el Parque Explora, como un pequeño ejemplo.


Héctor, ¿nunca hubo la posibilidad de que se establecieran satélites de Explora en las colonias más pobres y alejadas de esta ciudad?


No, porque no es posible dada la magnitud del trabajo. Más bien lo que hemos establecido son programas para que venga gente de toda la región. Hemos hecho convenios con la Secretaría de Educación para que traigan niños de las comunidades rurales y suburbanas de Guanajuato; éste es quizá el tentáculo de Explora. El gobierno estatal inició un programa para ampliar los Centros de Saber, ahí hay una posibilidad de crecimiento. Empezamos con tres y ahora tenemos cinco. Explora, situada e una zona del centro y evita que los niños anden en las calles y en las drogas. Éste es el tipo de esfuerzos que sirven para cambiar poco a poco las cosas, no digo que sea la base, pero sí una de las muchas posibilidades. La otra es crear fuentes de trabajo para que la gente cubra sus necesidades básicas. Un cambio educativo, al final, es la única respuesta. Habrá que tener mejores empresas, más justas, con mejores posibilidades de desarrollo para que no exista el desempleo, porque de otra manera no se puede pedir a la gente que venga a Explora, que entre al Internet, si no tiene qué comer ese día. El problema es complejo, pero creo que por lo mismo tenemos que ir atacándolo cada quien en lo que podamos, con pequeños o grandes esfuerzos.


¿Y qué sientes ahora que te vas?


Añoranza, pesar. Explora es mi hija, es parte de mi vida, pero por otra parte me da gusto. Dejamos una institución, y digo dejamos porque éramos un equipo; ha sido una institución con problemas económicos, como todas, a causa del propio crecimiento; pero somos una institución sólida, con un buen equipo de trabajadores y funcionarios, gente muy comprometida con una visión muy clara de lo que puede hacer. Me voy muy contento porque dejamos estructuradas una serie de cosas.


¿Ahora qué va a ser de ti?


No sé, no tengo ningún plan. -Su mirada no pierde intensidad mientras continúa-

“Porque nunca he buscado las cosas; yo creo que se ha dado solas. Sólo hay que tener los ojos bien abiertos para, cuando se presente una oportunidad, aprovecharla. Siempre he pensado que las instituciones tienen que renovarse. Cuando uno lleva demasiado tiempo en algo empiezas a tener miopía y a cansarte de ciertas ideas, que piensas de muy buena fe que son las correctas. Nosotros llevamos ya ocho años y me parece muy saludable hacer un cambio, dejar abiertas las puertas para otras personas, simplemente creo que es bueno limpiar el espíritu y dejarnos la libertad de ir caminando”.


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