Hugo Villalobos - Trabajar para la sociedad
Actualizado: 24 ene 2021
Ni su traje oscuro impecable, ni su recta postura, es lo que atrae de su persona, sino el lunar terco que destaca en su mejilla derecha, lo que a simple vista llama más la atención en Hugo Villalobos, con quien siempre es una experiencia platicar. Este ingeniero químico que no ejerce como tal es un hombre cálido, de personalidad asentada, que se sabe agradable.
Con voz clara y moderada entre las formas del diálogo, y discreto en la conversación, no pierde la sonrisa ni tan siquiera cuando evoca dolorosos recuerdos personales de su vida, cuando confía:
“Recién recibido, trabajé en Puebla dos años en mi profesión. Tenía planes de estudiar fuera de México, pero mi hermano Fabricio falleció en 1978, y eso precipitó mi regreso a León. Afortunadamente Dios sabe cómo escribe las cosas y por qué. Evidentemente, llenar el hueco que dejaba Fabricio era imposible, pero lo hice por aliviar en parte la pena de la familia, regresando luego de haber estado ausente por siete años. Además, tendría la oportunidad de trabajar en distintas instancias: pronto fui presidente, prácticamente desde que empecé a trabajar en la Cámara (de Comercio); en la Confederación comencé al siguiente año como tesorero, luego como vicepresidente y, finalmente, en 1990 llegué a ser presidente. Sin embargo, cuando terminé mis funciones en la cámara nacional de comercio, me di cuenta de que una economía de mercado sólo iba a funcionar si había democracia en el país; esto me llevó a aceptar, al poco tiempo, la comisión para la reforma política del estado de Guanajuato; fui invitado por (el entonces gobernador) Carlos Medina. Sin embargo, como presidente de canaco pude tener una visión más clara del país, digamos, desde todos los ángulos y perspectivas; pude palpar que en el ámbito de las reformas estructurales el país avanzó, pero, al mismo tiempo, veía cuánta falta hacían algunos cambios en otros aspectos. Recuerdo una plática que tuve con (el Presidente) Salinas cuando ya iba a terminar mis funciones en la CANACO; le dije: “Señor presidente, en lo económico vamos bien, pero hay que apurar lo democrático”; y recuerdo que me dijo: “Hugo, tenemos que asegurar primero el cambio económico; cuando los resultados empiecen a sentirse, entonces habrá manera”. Esa fue la línea que nunca resultó porque, el país al final de su administración estaba prendido con alfileres. Uno de esos momentos fue Guanajuato, en esa etapa intensa de 1991, cuando Vicente Fox y Ramón Aguirre fueron contendientes por la gobernatura estatal, se avivó la discusión acerca de ese tema. Carlos Medina me hizo el favor de invitarme a crear la Comisión para la Reforma Política del Estado de Guanajuato (CORPEG). Como sabes, la función del interinato fue preparar el escenario para las elecciones; adecuar leyes y preparar el escenario para las elecciones: adecuar leyes y preparar a consejeros ciudadanos e instituciones, como el caso de la CORPEG.
Al invitarte a participar en esta comisión, ¿Cuál era el fin que perseguía?
A mí me invitaron a formar parte de la CORPEG como consejero ciudadano y de lo que se trataba era de lograr acuerdos entre los distintos grupos y actores políticos del estado para consensar la reforma a la Constitución guanajuatense, que finalmente dio como resultado la creación del Consejo Electoral del Estado de Guanajuato y una de las primeras instancias (ciudadanas) para realizar procesos electorales. En ese tiempo éramos consejeros ciudadanos de la CORPEG Gustavo Cárdena Nachón, de Celaya; el licenciado Eugenio Trueba de Guanajuato, y un servidor. En esta comisión había, por supuesto, líderes de los partidos políticos y las presidían de manera colegiada el gobernador Carlos Medina y el presidente del congreso, que entonces era Carlos Chaurand. Había una circunstancia especial: siendo Medina gobernador, el secretario de Gobierno era una persona emanada de las filas del PRI: Roberto Suárez. Este renunció al cargo, y Medina nombró a Felipe Camarena, que se consideraba gente de Acción Nacional; esto provocó el entrampe de los trabajos de la CORPEG, ya que el PRI abandonó la comisión. Finalmente terminamos una iniciativa que retomó el Congreso como propuesta para llevar a cabo las elecciones estatales, que luego se volvió ley; así se formó el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato. Los consejeros invitados fueron cinco, provenientes de diferentes lugares del estado; tres de ellos fueron propuestos por el congreso y dos por el ejecutivo; yo fui propuesto por ese último para integrar el que fue el primer grupo de ciudadanos en este nuevo sistema electoral en Guanajuato. Entre los propios consejeros fui electo presidente, pues la ley establece que sean ellos quienes lo elijan. Emprendimos pues los trabajos para celebrar las elecciones extraordinarias de 1995, en las que resultó electo Vicente Fox.
¿Qué función desempeña el Presidente del Consejo?
Al presidente del Consejo le toca, fundamentalmente, dar credibilidad a los actores políticos y confianza a la sociedad. Yo creo que ésta es la labor de los ciudadanos en los órganos electorales. La historia había sido muy negativa en esos términos, particularmente en Guanajuato: el proceso electoral de 1991 había sido señalado por Vicente Fox como fraudulento. Esta afirmación, sumada a nuestra pesada historia negativa, volvía urgente recobrar la credibilidad y la confianza. Ésa fue nuestra tarea, pero también, evidentemente, fue un reto desde el punto de vista de la organización, pues el Consejo se instaló el 15 de enero de 1995 y las elecciones se habían convocado para el 28 de mayo: en cuatro meses teníamos que hacerlas funcionar.
Ante tan limitado tiempo, ¿Por dónde empezaron?
Nos pareció que lo importante era integrar un grupo de funcionarios -que al final resultó espléndido- encabezado por el ingeniero Eduardo Espinoza; ellos hicieron toda la logística y armaron toda la estructura para hacer posibles los comicios. Enseguida había que lanzar una amplia convocatoria para integrar los consejos en todos los municipios del Estado, realmente consejos distritales, que tú sabes que son los encargados de efectuar las elecciones por jurisdicción.
¿Nunca antes se había elaborado un plan tan ambicioso?
En Guanajuato era la primera vez que un órgano ciudadano era responsable de la organización de un proceso electoral. En Baja California se habían dado ya pasos en esa dirección y creo que también en Chihuahua, de manera simultánea. Esto confirmaba que el camino de los futuros procesos electorales tendría que ser el de los ciudadanos. Estos ya formaban parte del IFE, pero la responsabilidad final estaba a cargo del Secretario de Gobernación, quien fungía como presidente de la Comisión Federal Electoral. Se trataba, pues, de que la organización electoral estuviera formada por personas ajenas al gobierno y los partidos políticos.
Pero de algún modo, la gente aún era un tanto escéptica ¿no era así?
Hugo Villalobos busca las palabras adecuadas y exactas al responder:
“Bueno, siempre hay gente con una visión distinta a la nuestra. Nosotros tratamos, con nuestro trabajo, de hacer participar a los ciudadanos, hacerlos responsables de llevar a cabo la organización electoral. Queríamos demostrar que éramos capaces de efectuarlas; incluso recuerdo el slogan: “La elección la hacemos los ciudadanos”. Esto significa dos cosas: que hacemos la elección cuando votamos y decidimos quién será el gobernante, pero también hacemos la elección desde el punto de vista de su organización y preparación. Había entonces un órgano nuevo, institucional e independiente, que garantizaba absoluta imparcialidad y equidad para todos los partidos políticos.
Se estaban rompiendo los esquemas previos…
Sí, y evidentemente también una inercia que en el estado y en el país tenía una historia muy larga.
¿Cómo podían prever si la convocatoria tendría respuesta?
Fíjate, Luz Marcela, que tuvimos siempre una respuesta muy favorable. En las elecciones la mesa directiva de una casilla se integraba con ciudadanos a los que hubo que capacitar. Como desde el principio notamos una participación muy entusiasta, nos dimos cuenta de que todo iba a resultar muy bien.
¿Por qué piensas que Guanajuato siempre se involucró en los movimientos políticos y religiosos más importantes de México?
En la historia los gobernantes tuvieron que dejar la comodidad de sus trabajos, o la tranquilidad del hogar -en el caso de muchas mujeres- para dar su tiempo a esta importante tarea. Porque la sociedad misma se empeña en participar; está decidida a dar un paso adelante en la construcción de la democracia en nuestro Estado. Recuerdo que en aquella elección fue necesario integrar 4 mil 225 mesas de casilla, cada una compuesta por cinco personas. Para lograrlo debimos convocar por lo menos a quince, así que, multiplicando 4 mil 500 por 15, estamos hablando de un número final de sesenta o setenta mil personas de todo el Estado. La respuesta fue maravillosa; es en estas ocasiones cuando uno se pone a pensar de una manera más amplia en la historia de nuestro estado y en su participación en la vida del país, por ejemplo, cuando la Independencia. Uno recuerda también el papel tan importante que tuvo Guanajuato en el periodo de la Reforma, en la Revolución, en la Cristiada… es aquí donde se dan muchas libertades religiosas importantes.
¿Consideras entonces que somos punto clave en los procesos históricos de nuestro país?
Sí, y creo que a eso se unen otras circunstancias que han hecho de Guanajuato un estado singular. Esto lo podemos reconocer en la convivencia plural de nuestra sociedad: aquí han convivido y han hecho la política y forjado el desarrollo del estado liberales y conservadores; aquí se han dado expresiones ideológicas de todo tipo. Si bien somos una comunidad que se distingue por su productividad, por su desarrollo empresarial, el capital está mejor distribuido que en otras entidades del país. Todo eso le da a Guanajuato, desde mi perspectiva, características sociales distintas. Quisiera agregar un elemento: me parece que sobre todo en la transformación de los últimos años -aunque realmente arrancamos desde la Independencia- Guanajuato ha jugado un papel crucial.
Finalmente, en la democratización del país han participado los hombres y las mujeres que ha dado esta tierra. ¿Cómo se dio esto?
Yo creo que junto a esas realidades -el perfil biológico de tolerancia entre grupos de pensamientos diversos, el capital, los recursos naturales, las oportunidades de trabajo- ha sido fundamental la labor de nuestros educadores, de nuestros formadores. Hay que reconocer con humildad que hoy sólo se está preparando el terreno para lo que vendrá después. Ha llegado el tiempo de que Guanajuato sea la cuna del verdadero desarrollo; evidentemente de un desarrollo no sólo económico sino también social, de todo el conjunto de transformaciones sociales que tienen que darse.
Hugo, en esos cinco meses que estuviste en el Consejo; la gente debió identificarte con algún partido político.
No, jamás he militado en ningún partido político. Efectivamente, una buena parte de mis amigos y de la sociedad me identificaba con ciertos grupos políticos, quizá con alguna simpatía -esto es real-, pero la verdad es que yo tenía amigos en todos los partidos políticos, y, evidentemente, tenía el compromiso, con autoridad electoral, de trabajar y actuar con absoluta legalidad. En eso estriba la verdadera aportación de los consejeros: en dejar al margen nuestras preferencias e inclinaciones -incluso nuestros amigos, que todo mundo tiene-, pues nadie puede decirse ajeno o totalmente definido en términos políticos. Todo era una cuestión de legalidad; había que hacer a un lado eso en favor del gran proyecto que constituía la Comisión Electoral del Estado y la oportunidad de darle a nuestra gente la decisión de elegir a sus gobernantes.
Ahora que hablas de un Guanajuato con futuro, de una gran participación ciudadana, del cambio político, ¿te sientes inclinado al quehacer político?
Yo me siento cada vez más firme en la postura con que he vivido durante estos años, Luz Marcela. Muchas personas mayores que yo me formaron y me hicieron ver, desde muy joven y con claridad, cuál podría ser mi aportación a este respecto. Mi convicción social, como la que todos tenemos, tiene que llevarnos a un sistema de participación, para no trabajar sólo para el proyecto propio, para la propia familia, sino también para la sociedad. Confirmo que éste es mi camino. Yo soy de las personas que piensan que el desarrollo se dará cuando el gobierno y la sociedad hagan el ajuste del trabajo, la sinergia y el entendimiento que se requieren para lograrlo.
¿Y cuál ha sido tu participación en la vida empresarial de nuestro país?
Evidentemente me ha tocado ver mi pequeña participación en distintos ámbitos de las dirigencias empresariales. Creo que he abonado en función del establecimiento del mercado moderno del país.
Dados tus antecedentes y tu experiencia ¿se puede decir que sigues inserto en la política?
Antes de dar la última respuesta Villalobos se desabrocha el saco con sus blancas manos, dándole tiempo, a lo que su carácter democrático y su corazón le dictan:
“En la política partidista no; no en la búsqueda del gobierno. Ahí no porque esa no es mi vocación. Yo le voy a seguir entrando a la política del bien común, sin letreros de partidos. Lo he estado haciendo: mi quehacer en el órgano electoral fue justamente ése, desde la perspectiva ciudadana, manteniéndome al margen de los partidos. Por esa cualidad se me hizo el honor de invitarme a formar parte del grupo de ciudadanos que hizo una propuesta para integrar una gran alianza de oposición. Esa propuesta fue hecha precisamente porque no tenemos ningún compromiso de partido. Creo que esto tiene que ver con lo que uno cree y con la propia vocación, pues siempre se tiene que elegir un camino a seguir en la vida. Ahí tuvieron mucho que ver mis buenos amigos, de los que he aprendido muchísimo, la orientación de mis padres y el entorno en el que me desarrollé. Tengo la fortuna de contar con una estupenda mujer y dos maravillosas hijas; la verdad es que el Señor ha sido muy generoso conmigo y me ha dado muchísimas cosas de manera inmerecida. Es difícil tener una perspectiva distinta.”
Comments