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Foto del escritorLuz Marcela Vera

María Isabel Gómez - La religión es la base de la enseñanza

Actualizado: 3 ene 2021

Después de fundar en República Dominicana el "Colegio Quisqueya" y en los Estados Unidos el "Lourdes Academy", la maestra María Isabel Gómez regresa a León. Obedeciendo las órdenes del Obispo Velarde y Téllez, funda el "Instituto América", en donde a lo largo de 43 años, miles de niñas y jóvenes leonesas han recibido instrucción cristiana en sus aulas, bajo la dirección de la querida reverenda Madre Santa Imelda.


Al verla me recuerda a la abuela, de aire enérgico y dulce. Ese rostro cansado y arrugado, ese cuerpo sostenido por piernas hinchadas, delicadas, de plomo. La madre Santa Imelda, con sus 92

años, tiene una sabiduría que le viene de haber agotado toda la vida en preocupaciones y trabajos

que no le han dejado tiempo para lo superfluo, pues eligió el camino de la educación, comprometiéndose profundamente con ella.



EL BURRO PAJARERO


"Yo nací aquí en León; fuimos cuatro hermanos: Pablo el mayor, mi hermana gemela y María, la pequeña. Fui una niña muy inquieta.

Ahí donde había peligro, ahí estaba yo. Mi madre decía que cualquier día iba a llegar fracturada o muerta, porque brincaba de un árbol a otro. En Los Castillos había un río precioso, y yo me la pasaba todo el día metida en el río. En una ocasión vi a un burro recargado junto a una tapia. "Es un burro pajarero. No se puede montar hasta que lo amansen", me dijeron los rancheros. Entonces me subí a la tapia para que no me sintiera, y me monté en él sin silla, ni lazo, ni nada. Me cogía de las orejas, y el burro se metió entre unos mezquites donde me arañe toda. "¡La niña!", decían los rancheros, que me adoraban, y me salvaron de aquel pobre animal.

"No le cuenten a mi mamá", les pedía y yo... Mi madre decía que sus hijos éramos su corona. En las noches nos sentábamos junto a ella, mis hermanas de un lado y Pablo del otro, para que nos diera

consejos y nos leyera. Me gustaba tanto la lectura, que me la pasaba allá arriba en los árboles, aferrada a leer. Sin ella, mi mundo se hubiera reducido a nada. Me abrió horizontes"... (Se aprecia su emoción al evocar recuerdos tan queridos).

Y prosigue: "Mi padre murió cuando yo tenía ocho años. Un hermano de mi mamá tomó la familia a su cargo".

LM.- ¿Cuándo hizo usted su noviciado?

SI.- A los quince años, con las Madres Mínimas de María Inmaculada, allá junto al Santuario.

Mi madre había fallecido un año antes.

LM.- Entonces no se dio cuenta de su ingreso a la orden religiosa...

SI.- No, pero en su última bendición me dijo que creía en mi vocación, pero que fuera lo que

debería ser. Después, cuando profesé, me pusieron a estudiar Normal, pero vino el cierre de los colegios religiosos por orden de Calles, y por un tiempo di clases particulares con las familias Rincón Gallardo y Madrigal Ascencio. Poco después me voy a Nogales, Arizona, y ahí el padre Antonio Cuesta Mendoza, le propone a la Madre General, que le facilitara ocho hermanas jóvenes para que hicieran su carrera de Normal, con el propósito de abrir colegios en México al restaurarse la libertad.

El grupo estaba compuesto por la madre Josefina Liceaga, la madre María Luisa Frausto, la madre Magdalena Sofía Ramos, la madre Irene, la madre Rosa María Goerne, de Guanajuato, otra madre que ya murió y yo. Durante dos años asistimos a la Universidad de Puerto Rico. Luego Puerto Rico pasó a ser posesión americana, cuando España tuvo que cederla junto con Filipinas a Estados Unidos.

Y ya ve usted que toda nación que se hace dueña de otra, lo primero que hace es quitarle el idioma, porque el idioma es el que forma la conciencia. Entonces al llegar los padres norteamericanos a tomar posesión de los colegios, los españoles tuvieron que salir del país, y nosotros también, ahora hacia República Dominicana, pero Dios Nuestro Señor tiene sus

caminos...

LM.- ¿Cuántos años dura en Santo Domingo?

SI.- Ocho años; allí obtuve la licenciatura en Ciencias de la Educación y en Filosofía, pero antes hice la normal y el bachillerato en Washington. Era un trabajo terrible porque daba clases todo el día, y de cuatro de la tarde a once de la noche yo las tomaba en la Universidad de Santo Domingo

-dice con su expresión sonriente y jovial y su voz musical que forma parte de ella.


EL INSTITUTO AMÉRICA


LM.- ¿Y cuándo regresa a León?

SI.- En 1942, después de haber fundado la Academia de Lourdes en Nogales, Arizona. El Sr. Obispo Velarde y Téllez pidió que se fundara una escuela Normal aquí, y a mí me dieron la encomienda. Y la boba de mí, empecé con todos los grados! El 1 1 de febrero de 1944 se abrió al público el Instituto América, con las secciones de jardín de niños, escuela primaria, secundaria y normal, incorporado a la Secretaría de Educación y a la Universidad de Guanajuato. Pablo

mi hermano, que era Secretario de Educación Pública y después director, me ayudó para obtener

la incorporación.

LM.- Usted empieza en un edificio de la Madero, ¿no es así madre?

SI.- La primaria estaba en Madero y la secundaria en Independencia, donde vivía la señora Beatriz Padilla de Gutiérrez. Recuerdo que entre las primeras cuatro alumnas estaban: Lola Gallo, Bertha Gamiño, Chole Arroyo, y... -Y se esfuerza por recordar, pero son tanto años!! Empieza a hablarme

del actual edificio, ubicado en la Calzada Tepeyac, donde tenemos la entrevista acompañadas por la inolvidable madre Irene, que refuerza los comentarios con fechas y explicaciones.

"Cuando nos vinimos para acá, a este terreno que el señor Francisco Lozornio cedió, todavía había milpa -y apuntando hacia el campo de deportes, dice- ahí se me escondían los niños. Todavía había porquerizas y no pasaba ningún camión hasta acá. La calle no estaba ni empedrada. Una vez que estaba lloviendo mucho, le rogué a un camión de línea que me trajera hasta el colegio. "Le pago doble", le dije, pero no quiso (Ríe divertida). Ya después tuvimos al "Pichirilo", el primer camión del colegio, y las muchachas tuvieron transporte directo. Me acuerdo de Dolores Gallo Frausto, Paloma Magaña y su hermana Estela, Coco Flores, que sigue aquí... Son las que encabezaron como maestras. También hay muchas casadas que no practicaron, como por ejemplo Martha Álvarez, Emérita Ponce...


UN MUNDO CON JUSTICIA Y PAZ


LM.- ¿Qué cantidad de niñas hay ahorita en el colegio?

SI.- 2,500, más o menos. A todas ellas y las que han pasado, no saben hasta qué punto ruego por ellas -y agrega palabras que muchas veces olvidamos expresarlas, y que a ella le salen del corazón:

Las quiero, las adoro -aquí nos es necesario a las dos tomar un respiro para continuar.

LM.- Madre, ¿usted cree que la religión es importante en la enseñanza?

SI.- Mucho. Es la base de la enseñanza. Napoleón decía: "A un pueblo sin religión no se le gobierna, se le ametralla". La escuela tiene que ser educadora en la formación religiosa. Porque es lo que se persigue, un mundo mejor en donde reine la justicia, la paz y el amor.

LM.-¿Todavía da clases, madre?

SI.- Sí, allá en el noviciado. Doy clases de religión, pero también hablo del mundo actual, de lo que hay que hacer, de lo que hay que luchar. Yo no quiero que esas muchachitas que salen del noviciado no sepan nada del tiempo en que vivimos.

LM.- Es increíble que a su edad todavía sienta la necesidad de trabajar por los demás...

SI.- Sólo mis ojos me han reducido el campo de acción. Pero es que trabajé mucho. Duré treinta

años como secretaria general y consultora en el gobierno de la Congregación, y al mismo tiempo

dirigía el colegio y daba clases.

También asesoraba a las que se iban a graduar en sus tesis, y luego vino lo del Concilio... Había que revisar las constituciones y hacer un conjunto de cosas... Estaba más flaca que nunca.


DOS TRASPLANTES DE CORNEA A LOS OCHENTA AÑOS


LM.- Pero de constitución fuerte para resistir tanto trabajo...

SI.- Pues sí, es admirable. El doctor que me hizo los trasplantes de córnea se admiraba de mi vitalidad.

El Dr. Enrique Bravo me explicaba mi caso: "Cuando se derrama el vítreo de una catarata operada, carcome la córnea y no tiene más remedio que el trasplante". "Pero el trasplante no puede hacerse a una edad mayor de setenta, en que se pierde esa capacidad para acoger un órgano extraño.

Yo tenía ochenta años y por eso el Dr. Enrique grande no quería hacerme el trasplante, y

me recetaba gotas y gotas. Hasta que un día le dijo su hijo: "Papá, déjame ver qué puedo hacer por ella". Y me hizo el trasplante en un ojo. Ya cuando vio que la córnea había sido acogida, me trasplantó la otra. Me sentó en una silla alta y llamó a su papá y a su hermano, que también es oculista.

"Vengan a verla. Estoy admirado", les decía. "Qué ojos tan preciosos, madre, hizo bien en hacerse el trasplante. Al fin es usted la madre santa". Y usted el doctor santo, le contesté."

Madre Santa, Santa Madre... Hay una placa develada en su honor en el Instituto por todas sus

alumnas, sus hijas, que dice:


"Por la niña que ayer fui, por la adolescente que formaste en mí, por la joven que ahora soy, por la mujer que mañana seré, con cariño a otros niños formaré"

Muchas gracias

10 Mayo/1987

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