Dr. Francisco Gómez Guerra - Medicina tenía que estar en la Universidad
Actualizado: 11 ene 2021
Es un frío lunes cuando converso con el Dr. Francisco Gómez Guerra. El clima es propicio para hablar de enfermedades y de medicina, y mi intención fundamental es preguntarle
sobre el papel que le tocó desempeñar en la fundación de la Escuela de Medicina de esta ciudad.
El doctor Gómez Guerra hizo sus primeros estudios en la escuela Modelo, y los de secundaria y preparatoria en el antiguo Colegio del Estado, actualmente Universidad de Guanajuato. "En aquella época -dice- el Gobierno del Estado quiso suspender la Preparatoria de León, para llevarse a los aspirantes a Guanajuato. Pero logramos que nuestros queridos profesores nos dieran gratuitamente clases, ya que el gobierno les suspendió los salarios, y entonces prácticamente hicimos en uno los dos años de la preparatoria.
De tal manera que a los diez y seis años ya estaba yo inscrito en primero de Medicina, en la ciudad de México".
LM.- ¿Por qué se inclinó a la medicina, si aquí en Guanajuato podía estudiar otras carreras?
GG.- Porque siempre me gustó, desde la secundaria. Me gustaba mucho por ejemplo la Anatomía, la Física, la Química. Eso fue lo que me orientó a la cosa de la medicina.
LM.- No sus padres...
GG.- No, en absoluto. Ellos me daban siempre la más absoluta libertad. Mi padre era abogado y nunca se me antojó a mi esa carera. Yo siempre pensé en la medicina porque las clases tenían conexión con la vida orgánica.
TÉCNICA DE LA PANCREATECTOMIA TOTAL EN EL PERRO
El Dr. Gómez Guerra, grande de estatura y de poco pelo, luce un traje gris impecable, con un pañuelo blanco en el saco y una corbata azul marino. Todo el conjunto
arma una buena presencia. Entrelaza sus dedos al disponerse a responder la siguiente pregunta.
LM.- ¿En qué año se fue usted a México?
GG.- Exactamente me fui en el año del veintiséis. Allá permanecí
seis años estudiando, más aproximadamente dos años nueve meses haciendo mi tesis.
LM.- Así que usted ya estaba recibido a los veintitrés años.
GG.- Si, pero entonces eran unas "señoras" tesis-aclara-. Aquí tengo casualmente- y estirando su brazo toma un libro pequeño de pastas obscuras- el último ejemplar que me queda de mi tesis. Es sobre cirugía experimental. Se titula "Técnica de la pancreatectomía total en el perro". En aquella época era inconcebible que una persona viviera sin páncreas.
LM.- Y usted informaba en su tesis que efectivamente se podía vivir...
GG.- Ahora ya es posible que la gente pueda vivir con la extirpación total o casi total del páncreas.
Yo trabajaba con mi maestro don Clemente Robles, uno de los cirujanos más importantes que ha habido, no solamente por su habilidad quirúrgica, sino por su inteligencia y sus dotes de investigador.
El me llevó al Instituto de Biología de la Universidad Nacional, que estaba en el bosque de Chapultepec, y allí hicimos una cantidad muy grande de experimentos en perros y otros animales. Trabajando diariamente durante ocho meses, tres o cuatro horas. Llegamos a operar cerca de noventa perros, y a cada uno se le hacían tres o cuatro operaciones simultáneamente.
UNA ESCUELA DE MEDICINA SIN EDIFICIO, SIN ALUMNOS Y SIN MAESTROS
LM.- Doctor, ¿Y cuándo nace la idea de fundar una Escuela de Medicina en nuestra ciudad?
GG.- Cuando nace la idea de hacer una Universidad, de integrar las distintas escuelas que ya existían.
Antes eran escuelas aisladas: Escuela de Ingeniería, Escuela de Leyes... Que estaban dirigidas por un director de estudios superiores.
Para integrarse, la Universidad necesitaba las enseñanzas de tipo humanístico, y una de las bases es la medicina. No es lo mismo que un tecnológico; tiene un criterio ético distinto. Si a la Universidad le piden que haga una bomba atómica, no aceptará, por el peligro que representa para el hombre. La medicina tiene que estar en la Universidad.
Un grupo de médicos leoneses pensábamos que debería crearse aquí una muy buena escuela de Medicina. Al mismo tiempo el gobernador Ernesto Hidalgo y el Lic. Armando Olivares Carrillo, proponen que todas las escuelas de educación superior del Estado se constituyan en Universidad. Y entonces se pensó que el único lugar donde podría haber una escuela de medicina era León, por el gran número de médicos con que contaba. Entonces León era una ciudad de ciento cincuenta mil habitantes.
En enero del 45 nos reunieron en el antiguo casino que estaba en la plaza principal, uno que tiene una fachada media morisca.
Éramos un grupo como de veinticuatro médicos, y ahí me eligieron como director, tal vez porque en el 42 fui presidente de la Unión Médica Leonesa, la agrupación médica más antigua de León, y durante ese año publicamos la revista médica UML, le hicimos un homenaje al Dr. José de Jesús González y realizamos algunas otras actividades, por lo que han de haber pensado: "Este médico es muy entusiasta. Vamos a darle este fierro caliente, a ver qué hace con él, ¿eh?" (ríe). Yo acepté porque nunca he rehuido mis responsabilidades.
Aunque éste era un gran compromiso: la escuela tenía que empezar a trabajar en marzo, es decir, en tres meses. Una escuela que no tenia alumnos, que no tenía profesores y que no tenía edificio.
CINCO GOBERNADORES EN SIETE AÑOS
El Dr. se ha quitado sus lentes, juega con ellos un rato y los acomoda perfectamente a un lado de la mesita donde estamos sentados. Por la ventana entra una luz opalescente, señal de que el sol sigue escondido.
"Para empezar a trabajar pedimos: primero (y levanta su dedo como si de una clase se tratara ante su recién alumna), que de inmediato se procediera a construir un edificio bajo orientación nuestra. Segundo, dinero para comprar lo materialmente indispensable para el primer año. Y tercero, que se nos diera amplia libertad en el cobro de cuotas, que fueron de 600 pesos anuales. De esto hace cuarenta años.
"El problema más grave de los primeros años de la Escuela de Medicina de León, fue que desde el 17 de marzo de 1945, en que se fundó, a la fecha de la inauguración del edificio, pasaron siete años y cinco gobernadores. Y a cada uno de ellos había que ponerlo en antecedentes, convencerlo, atraerlo para que nos ayudara. Y apenas, ¡oiga, usted!, estaba yo interesando al de turno cuando... venía el cambio, y otra, al gobernador Hidalgo le siguieron Nicéforo Guerrero, Luis Díaz Infante, Aguilar y Maya..."
AL TERCER MUNDO LE FALTA DISCIPLINA
LM.- ¿Dónde metió los primeros grupos?
GG.- En el viejo hospital Juárez lo que es ahora la Escuela de Enfermería.
LM.- ¿Y cuántos estudiantes se inscribieron?
GG.- El primer año, sólo dos de Guanajuato y veintitantos de Michoacán. De Guanajuato, la Dra. Consuelo Gutiérrez y el Dr. Domínguez. Yo creo que los de Guanajuato no nos tenían confianza, y los demás vinieron a dar aquí por una huelga que hubo en Michoacán.
LM.- Sobre los primeros maestros, ¿Qué me puede decir?
GG.- Estuvieron: el Dr. Alberto Aranda, el Dr. José Valadez, el Dr. Garibi, el Dr. González Soto, el Dr. Moreno Castañeda, el Dr. Hernández Cruz, el Dr. Enrique Portillo y el Dr. Videgaray. Se les pagaban sueldos miserables, pero ellos lo hacían con mucho cariño. Mi sueldo como director era de 400 pesos mensuales.
LM.- Se dice que era usted exigente en la disciplina...
GG.- Sí, me gustaba mucho el orden. Todo marcha con orden. Me gusta la disciplina porque así se avanza. Es lo que le falta al Tercer Mundo.
LM.- ¿Y aplica también el orden en su familia?
GG.- Claro, tuve seis hijos y muy serio agrega: -hombre, mujer, hombre, mujer, hombre, mujer...
LA FUNDACION ROCKEFELLER
La serena presencia del Dr. Gómez Guerra armoniza con la paz que emana del estudio de su casa, donde se realiza la entrevista.
Volviendo al tema de la escuela me dice: "Ya en el edificio nuevo, acordamos que el cupo debía tener un límite, que no debería haber más de cincuenta alumnos en el primer año. Lo máximo de solicitudes que llegamos a tener fue de ciento veinte. Venían aspirantes de todas partes, de Chihuahua, San Luis Potosí, Aguascalientes, Michoacán. Nosotros dábamos prioridad a los de fuera. También implantamos por primera vez los estudios psicológicos de los que solicitaban su entrada, con el Dr. Escudero y su esposa. Eso nos ayudaba muchísimo para saber cuáles alumnos admitir y cuáles no.
Hubo un caso de una muchacha que llegó con promedio de 9.5, y cuyo examen psicológico no salió aceptable. Efectivamente, a los ocho meses salió de la escuela...
LM.- ¿Tuvo alguna otra ayuda aparte del gobierno?
GG.- La Fundación Rockefeller, que dio becas a doctores graduados de la Escuela que por su curriculum eran merecedores a tomar cursos de "especialidades básicas". Iban a los E. U. con gastos y sueldos pagados por dicha Institución. Entre los becados se encuentran el actual Rector de la Universidad, Dr. Santiago Hernández Ornelas, el Dr. Báez, el Dr. Jaime Fuentes... En el 54, yo duré tres meses en los E. U., con una chequera en blanco y boletos que me dio la Fundación Rockefeller. Muy liberales los Rockefeller.
Fui a Nueva York, Virginia, Harvard, San Luis Missouri, Denver...
En cada escuela duraba yo una o dos semanas estudiando sus formas de organización, trabajo, etc.
"MONEDITA DE ORO"
El que fuera Jefe de los Servidos Médicos del Seguro Social en 1963, platica cómo participó también en la construcción del Centro de Salud que se había quedado a medio terminar, en tiempos de Rodríguez Gaona: "El gobernador me propuso ayudarle. Yo en primer lugar -le dije- no voy a manejar ni un centavo. Y en segundo lugar, nombré un comité con el Dr. Vega Larios, Carlos Gutiérrez y Luis Bernal. Ahí cambié el dispensario que yo fundé en el Barrio.
Pero yo preferí seguir de director de la Escuela de Medicina".
LM.- ¿ Y gozaba usted de muchas simpatías con todas esas obras?
GG.- Pues, en cierto sentido, sí. Pero hay un dicho mexicano que dice: "No soy monedita de oro pa' gustarle a todo el mundo" (ríe). Y este dicho lo he tenido siempre para mí. Tengo alumnos que todavía me aprecian mucho. Pero le tengo que confesar que una vez estuve en dos planillas contrarias, y ni así salí... ¡No, no, no! (Reímos).
LM.- Pero, Dr., ¡no puede haber estado en dos partidos a la vez!
GG.- Era la época del 2 de enero, ya usted calcule. A mí la política me gusta como crítica de altura, pero no la política electoral... Se termina el tiempo y el doctor afirma: "Mientras yo física y mentalmente pueda trabajar, lo haré, pero ya no en la cirugía, por el "stress" que le llaman ahora. Yo ya procuro sólo consultar". Y recuerda: "Cuando tenía 35 años, que fue cuando tomé a mi cargo la Escuela de Medicina, eran otros tiempos...". Me despido agradeciéndole el tiempo que dispuso para esta plática. Me acompaña a la puerta y salgo a la calle recordando y sintetizando algunas de sus palabras: "No podía faltar a la Universidad un conocimiento humanístico tan importante como la Medicina...".
18 Enero/1987
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