Dr. Raúl Aranda De La Parra - Se escapa uno del rayo pero no de la raya
Actualizado: 10 ene 2021
El Dr. Raúl Aranda de la Parra ha combatido contra la enfermedad desde las trincheras de la medicina pública y privada. Pero siempre ha estado en el frente, desafiando riesgos como Jefe de Salubridad Municipal o del Hospital Civil, en su consultorio particular o en el Sanatorio Aranda de la Parra o como Presidente de la Cruz Roja, trabajando siempre en la raya, de la que uno no se escapa, pero sin dogmatismos, más allá del PRI y del PAN, con un criterio independiente y personal.
Son las 10:55 A.M. y pulso el timbre de lo que es el consultorio y la casa del Dr. Raúl Aranda de la
Parra. Inmediatamente sale el doctor a recibirme, alto, muy delgado, de caminar muy erecto.
Huele a jabón fresco.
Hemos cruzado todo el largo de la casa ante el alboroto del ladrar de su perro y el parloteo de un
loro, hasta un salón al fondo, donde nos acomodamos en unos sofás de líneas anchas de color rosa opaco. Para empezar a platicar sobre lo que ha discurrido en sus noventa años de existencia:
"Nací aquí en León, a mucha honra. El 14 de diciembre de 1897. Cuento con tres años del siglo pasado. Mi padre, abogado, también nació aquí. No así Perfecto Ignacio Aranda, mi abuelo, que era originario de Lagos y que fuera jefe político de Celaya, presidente municipal de Zacatecas, de
Guanajuato, de San Felipe y de aquí de León.
Yo me fui a estudiar a México la carrera de medicina a los 19 años, en tren. En una plataforma
entre costales de frijol, lo que me salvó al ser el tren asaltado en el camino. Viví siete años allá porque perdí un año cuando a mi papá y a mi abuelo los mató una vaca.
En donde es ahora la "Ferretera de León", ahí era la casa de mi abuelo. Y mi abuelo tenía una vaca
para el servicio de la leche de la familia. Era una vaca muy bonita y tuvo un becerro. Pues en una
ocasión en que mi papá y mi abuelo fueron a ver al becerro, la vaca se les echó encima y los mató. Y una tía mía que trató de meterse, la tumbó sobre el empedrado y le abrió la cabeza. Y como estudiante de medicina, la estuve curando, mucho tiempo y perdí el año...
LA ERA PRE-ANTIBIOTICA
LM.- ¿Y cómo curaban sin los antibióticos actuales, doctor?
RA.- Pues se usaba un antiséptico de aplicación continua, preparado con base en el hiposulfito de sodio. Pero por ejemplo para el tifo, la meningitis cerebroespinal, la fiebre tifoidea y otras enfermedades había pocos medicamentos, o no habla...
LM.- ¿Tampoco había vacunas?
RA.- Todavía no.
LM.- ¿Entonces usaban las sanguijuelas?
RA.- Muy pocos médicos usaban todavía las sanguijuelas y las sangrías.
El panorama patológico empezó a cambiar en 1935, con el invento- de las sulfas, y en 1945, con el invento de la penicilina.
LM.- ¿No era muy riesgoso el contacto con los enfermos?
RA.- Sí, pero el médico es como el soldado, que tiene que estar al frente aunque las balas sean riesgosas.
EL MANCO DE SANTA ANA DEL CONDE
LM.- ¿Recuerda usted algún hecho de la Revolución Mexicana ocurrido en León?
El doctor, que viste sport con un sweater de cuello alto, ágilmente cruza su pierna y acomoda
un brazo hacia a tras del respaldo del sillón al decirme:
"Cuando estaba estudiando la preparatoria aquí en León, en el año de 1915, hubo en esta región
importantes combates entre Obregón y Villa. Muchos escritores le decían a Obregón "El Manco de
Celaya" equivocadamente, porque Obregón no tuvo ningún tropiezo en Celaya. En las dos batallas
que ahí se realizaron en el 15 de abril triunfó Obregón. En ese entonces Villa para hacerse fuerte se vino aquí a León y dispuso el establecimiento de una serie de trincheras que comenzaban desde Duarte, cerca de San Francisco del Rincón, y se extendían a lo largo de unos 30 kilómetros. Los combates aquí comenzaron a fines de abril de 1915. El día tres de junio, una granada disparada por el general Felipe Angeles, que era jefe de artillería del ejército de Villa, estalló cerca de donde estaba el general Obregón, que en ese momento veía con gemelos los combates, y le arrancó el brazo. Esto ocurrió en Santa Ana del Conde. Entonces llevaron al general Obregón a la estación La Trinidad, donde lo operó un doctor de Guadalajara, y le ayudó un estudiante de medicina que era primo del Dr. Rodríguez Gaona. Entonces entraron las caballerías carrancistas aquí a León y se dispersaron los villistas.
LM.- ¿Y usted de quién era partidario?
RA.- Yo era muy partidario de Carranza.
LM.- Pero nunca se metió a la lucha armada...
RA.- En una ocasión quise darme de alta en el Ejército Constitucionalista junto con el Dr. Raúl López Guerra y el Dr. Baltazar González, pero como usábamos barba y bigote el general no nos tuvo confianza y no nos aceptaron.
UN BAILE EN EL HOTEL MÉXICO
LM.- ¿Qué recuerda de la época de los cristeros, doctor?
RA.- En esa época hubo mucho movimiento aquí, porque toda la gente era cristera. Las señoras vestían todas de negro por el cierre de los templos. Entonces vino el general Amaro, Secretario de Guerra del general Calles, y organizó una fiesta en el Hotel México, donde es ahora la Casa de la Cultura. Invitó a la sociedad leonesa al baile, pero nadie quiso ir... Yo me casé en esos tiempos
con Angélica Torres Portillo... -se le han rasado sus ojos grises de lágrimas, se detiene un poco, pues no le salen las palabras. Conozco que hace dos años que ella murió y le sugiero pasar a otro tema, pero continúa: "Nos casamos en la casa del padre Poncho Portillo en 1927, en plena revolución cristera; no tuvimos luna de miel, pues no se podía viajar. Y nos quedamos a vivir en la casa del padre Poncho, para salvaguardarla. Mandaba aquí un general Daniel Sánchez, que era muy rígido. Fusiló a muchos cristeros. Una noche, como a las ocho, tocaron la puerta de la casa y salí a ver quién era:
-Doctor, venimos a pedirle un favor. Mire, en la tarde fusilaron a unos ahí en el recodo del río. Fuimos a ver a los muertos y uno de ellos está que se mueve... Queremos que lo vaya a ver. Es una caridad... Estaba en una asila de la Colonia Duraznal, que es ahora La Garita. Le habían dado el tiro de gracia, que le entró por el temporal y le salió por el occipital.
Tenía como cuatro o cinco balazos en distintas partes del cuerpo. En el pecho tenía un balazo de
lado a lado... "
LM.- ¿ Y le pudo sacar las balas?
RA.- No. Las balas lo atravesaron.
Yo lo curé con lo que había en aquel tiempo. Le pusimos aceite alcanforado, que era el tónico de aquel tiempo, y alcohol, agua oxigenada, yodo... Se escapa uno del rayo, pero nunca de la raya.
Sobrevivió. No le tocaba. Después fue gendarme y vivió muchos años.
LM.- ¡Qué barbaridad! Es como un milagro, ¿verdad?
RA.- Sí, fue un milagro. Es que no le tocaba.
EL CUERO PINTADO
LM.-¿Había sanatorios en aquel tiempo?
RA.- No. El primero que hubo en León fue el Sanatorio Aranda de la Parra en 1935. Había sólo dos hospitales. A mí me nombraron Director del que llamaban "El Cuero Pintado". Estaba en la esquina de Aquiles Serdán y Julián de Obregón, donde ahora hay una escuela. Ahí estaban las Madres Mínimas atendiendo. Un día me mandó llamar el general Sánchez y me dijo: "Yo sé que usted es el Director del Hospital "Cuero Pintado", y quiero que mande a todas esas monjas tales por cuales que salgan hoy mismo en la noche, porque si no con la escolta las mando yo mañana a México. Pero ese hospital me lo clausuran y las madres, que se vayan al demonio"
LM.- ¿Y usted qué hizo?
RA.-Comunicarles a las madres la orden del general. Ellas abandonaron el hospital, y a los enfermos y heridos los pasamos al Hospital Civil. La persecución religiosa fue terrible.
EL PRI SIEMPRE HA HECHO CHANCHULLO
LM.- ¿De los sucesos que culminaron con el sacrificio de los mártires del 2 de enero, que me
puede decir?
RA.- Mire, el candidato por el PRI a la Presidencia Municipal era el Dr. Quiroz, y el pueblo quería a Carlos Obregón. Y como hicieron chanchullo en las elecciones, porque siempre el PRI lo ha hecho, los partidarios de Carlos Obregón ocuparon la plaza principal y empezaron a hacer fogatas. Algunos quisieron abrir la puerta de la Presidencia Municipal, y los soldados que estaban arriba empezaron a disparar. .. siendo muertos cerca de 100 manifestantes.
LM.- ¿Y a usted nunca le ha gustado la política?
RA.- Sí. Fui candidato a la Presidencia Municipal por Acción Nacional. Contrincante de Rodrigo Moreno.
LM.- ¿Y ahora, es usted priísta?
R.A· No, ni panista. Soy neutral.
Veo las cosas desde mi personal punto de vista, pues nunca se ha respetado la democracia aquí en México, excepto en la época de Madero, que ha sido el único presidente demócrata. Y aun él mismo impuso en la vicepresidencia a don José María Pino Suárez, que murió con él en la Decena Trágica.
Yo he desempeñado cargos del gobierno, pero no porque haya sido de partido político alguno.
Los puestos me los ofrecían y yo los aceptaba. Como cuando fui jefe de Salubridad Municipal y me tocó la epidemia de meningitis cerebroespinal. Y anteriormente sufrimos la inundación del 26 siendo ya presidente de la Cruz Roja. En esa ocasión cerca de 300 personas murieron y 3,000 casas resultaron destruidas.
LA REBOCERIA, LOS TRANVIAS, EL RADIO Y MUCHA AGUA
León era una ciudad agradable, muy provincial. Las dos industrias prósperas eran la zapatería y la
rebocería. Los viajes trasatlánticos se hacían tornando el barco en el puerto de Veracruz. El servicio de transporte en la ciudad se hacía en tranvías tirados por caballos o mulas. Los coches Ford empezaron a circular en la ciudad por 1925-1926.
LM.- ¿Qué ha cambiado en León?
RA.- Todo ha cambiado. Para mí sigue siendo una ciudad bonita, pero ya está sumamente poblada.
El campo lo han convertido en un Sahara de cemento. Antes había mucha agua; esta casa tenia dos pozos y en los alrededores había muchos árboles. Por ejemplo para subir uno a la sierra por la
cuesta de ibarrilla, casi no le daba a uno el sol de tantos árboles. Y ahora ya no llueve, han desforestado la cuenca de la presa del Palote. León era una ciudad segura.
Todas las casas estaban abiertas... Ahora todos los días hay asaltos. Yo vivía con las puertas
de su casa abiertas de par en par...hasta que me robaron la televisión(reírnos).
LM.- De acuerdo con su experiencia, ¿Qué consejo les daría a los jóvenes médicos?
RA.- Que nunca dejen de estudiar y que tengan compasión del paciente, que lo vean como si fuera de su familia y que así lo traten.
Le avisan que tiene consulta, a lo que le hago esta última pregunta:
-¿Qué sentimientos guarda al final?
Sigo su mirada hacia la ventana abierta desde donde se ve el verdor da los árboles y el vuelo de unos pajarillos, y me dice:
"'Sentimientos de gratitud a Dios por los años que me dio de felicidad"'.
15 Marzo/1987
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