Silvia Pinal - Soy muy exigente, pero yo doy mucho
Actualizado: 7 mar 2023
Sale del elevador con modernas gafas obscuras, caminando rápido; saluda e inmediatamente se descubre los ojos ante el fotógrafo para tomar la pose y sonrisa que los años le han enseñado.
Vuelve a ponerse las gafas como si éstas fueran una protección. -
¿Contra quién?, me pregunto, si efectivamente tanto con ellas como sin ellas es fácil adivinar que se trata de la reconocida actriz de teatro, cine y televisión, Silvia Pinal.
Mientras nos colocamos en una mesa reservada para comer, Silvia me dice con voz de tono algo ronco, como un prólogo de lo que revelará: "Yo no creo en la suerte. Creo que el destino lo coloca a uno en circunstancias que unos aprovechan y otros no. Cometí mis errores sola y aprendí también a corregirlos". El capitán de meseros nos interrumpe para ofrecernos algunos platillos. La decisión es Cocktail de pulpo, ensalada de berros, tortas de camarón y fresas con crema. Acompañado de agua de Jamaica. "Sin mucha azúcar", recalca la Pinal. Ya solucionado el menú, empieza a correr la conversación entre preguntas y respuestas. Con algunas sonrisas fuera del diálogo con las que la señora agradece saludos desde lejos, pero sin dejar de hablar.
UN AMOR PATERNAL
"Mi padre murió al año de nacida mi hija Silvia, cuando yo empecé a trabajar y me divorciaba de mi primer marido”. Se refiere a Rafael Banquells, del cual entra a hablar de lleno: "La nuestra fue una relación de padre a hija.
Rafael me doblaba la edad. Su amor por mí era un amor paternal. Me protegió mucho. Pero después de mi divorcio tuve que vivir otra vida, un poco más difícil, haciéndome cargo yo sola de mi hija y de mi abuela, que se fue a vivir conmigo. En ese entonces para poder trabajar no escogía.
Tomaba lo que cayera. Los primeros cinco o seis años me ocupé nada más de darme a conocer y tener dinero para vivir. Fui la primera aquí en México que hizo comedia musical en teatro con Ring, Ring, llama el amor. Esta comedia se presentó en el Teatro del Bosque, hace como treinta años. También hice otras con Tin Tan y El inocente con Pedro Infante".
AMOR FELIZ
Hace una pauta para probar algo de líquido. Lo hace a mi lado -demasiado azucarado quizá- Y vuelve al tema: "Estuve mucho tiempo divorciada, hasta que conocí a Gustavo Alatriste, del cual me enamoré y fui feliz. Hicimos cosas importantes, nos ayudamos mutuamente. Hasta la fecha nos queremos mucho, en otro sentido del amor, pero nos queremos".
LM.- ¿Por qué se divorcia entonces?
SP.- Pienso que soy muy exigente.
Pero yo doy mucho. No creo que pida más de lo que yo doy, que es amor, comprensión, apoyo, compañía... Si no tiene uno nada de eso, ¿para qué vivir con una gente que nomás le esté amargando la alegría?
UN AMOR FRUSTRADO
LM.- Usted ha reconocido varias veces que con Arturo de Córdova llegó a vivir un romance...
SP.-· Si, yo me enamoré mucho de él, y él también de mí. Pero era un hombre casado. Cuando se fue a Brasil a hacer una película, yo estaba dispuesta a seguirlo, pero el boleto de avión que él me mandó nunca me lo entregaron. Y cuando se enteró de que yo no iría, me mandó una carta, que llegó años después y decía: "Algún día, dentro de diez años, leerás esta carta y comprenderás..." -Se hace un pequeño silencio. No es necesario dé más explicaciones.
UN AMOR CONFLICTIVO
LM.- ¿Y cómo fue su matrimonio con Enrique Guzmán?
SP.- Fue una etapa hermosa, pero conflictiva. Tuve unos hijos muy bellos, pero Enrique tiene un carácter muy difícil. Y los últimos años con él fueron muy duros.
Hasta le tenía pánico...
LM·- No lo creo...
SP.- Ay, es que usted no lo ha visto enojado. Es durísimo. Un día descubrí que me engañaba, y eso fue como la magia porque me atreví a dejarlo después de ocho años y medio.
LM.- ¿Es usted celosa, señora?
SP.- Sí, pero no tanto como me ha tocado que sean conmigo. El trabajo que yo tengo es durísimo. Y con alguien celoso... Imagínese, si en una obra de teatro me tienen que besar dos o tres veces durante dos funciones todos los días, pues pobre hombre, cómo se tiene que sentir. (Risas). Sólo un actor se da realmente cuenta de que en su trabajo no pueden intervenir las emociones. De lo contrario se casaría uno en cada obra teatral o en cada película en que trabajara.
No es posible ser como Mesalina y tener unos cincuenta millones de amantes. Somos seres normales.
Afortunadamente hay un desdoblamiento cuando llega uno al teatro y cuando sale.
UN AMOR, TULIO
Silvia Pinal viste coquetamente un modelo estampado con falda entallada a la cadera y vuelo. Como atavío lleva dos arracadas plateadas, y dos pequeños y juveniles aretitos en el lóbulo derecho. Su cuello esconde una gargantilla dorada y ostenta un rólex de oro con brillantes. Pero mágicamente en su físico han desaparecido los años. Nadie acertaría qué edad tiene porque permanece en ella un eterno aire de adolescente indómito.
LM.- ¿Y alguna vez pensó que pudiera enamorarse de un político como Tulio Hernández?
SP.- No, jamás. Lo conocí en un cóctel que yo daba a la prensa.
Tulio es un hombre encantador cuando quiere. Canta, y canta muy bien. Torea, y torea muy bien. Le gusta el deporte, el mar, el sol, come muy bien, sabe beber bien.
No es de los que se ponen hasta el gorro, no, no. En todo es muy parecido a mí, y eso me gusta. Es un hombre muy valioso. Tiene un genio de la fregada, pero es muy buen hombre. Pero cuando le entra el genio, le grito más que él a mí, y con eso lo apaciguo. Me quiere mucho, y eso es una ventaja porque hace más fáciles las cosas. A estas alturas de mi vida, necesito alguien que me apoye, que me ayude, que me apapache y lo tengo con Tulio.
BUÑUEL
Con más de 100 películas en su trayectoria, entre ellas la galardonada "Viridiana", dirigida por el genial Luis Buñuel, personaje al que Silvia recuerda con mucho cariño. "Si, era un genio. Cuando dirigía llevaba su trabajo ya editado en la cabeza. Porque en un tiempo fue muy buen editor en New York. Y "Viridiana", ¡qué película más bella! Yo creo que fue la mejor de Buñuel. Y mire que hizo bellezas". (Mientras saborea su café con sacarina, cuenta: "Fue la primera película que hicimos juntos. Con la idea de Gustavo de hacerla en el extranjero: "En España dan premios cuando la película es de interés nacional o internacional. Si logramos un premio, la película nos sale gratis". La censura española fue tremenda, y el que la haya prohibido El Vaticano la levantó más todavía. El premio lo recogió el ministro de cinematografía español, al cual Franco le pidió su dimisión por haberse prestado. Y al pobre hombre le dio un infarto y se murió. Para Buñuel esta película representó popularidad y negocio. Pero él siguió haciendo su misma vida. Un hombre muy meticuloso, muy discreto y muy sencillo. Fue padrino de uno de mis hijos. Yo dejé de visitarle para no encontrarme con Gustavo, del que me había divorciado.
Pero en una ocasión me habló: "Ve a ver al viejo -así le decíamos-, porque se va a morir".
Y un día que visitaba a un amigo en el Hospital Inglés, me informan que a Buñuel lo acababan de internar ese día. Al pasar a saludarlo, me confundió con mi hija Viridiana desde el entierro de tu mamá" -me dijo. Y el entierro al que había ido era al de mi hija. Yo le contesté: "Mire, Don Luis, lo voy a venir a ver dentro de ocho días". Y ese día murió... Un genio".
Y de entre sus amistades que ya han fallecido, recuerda al guanajuatense Diego Rivera. "Era encantador, tenía un anecdotario impresionante. Preparado, con un bagaje de vida sensacional. Nunca acababa uno de escucharlo. Durante las sesiones de mi pintura. le encantaba sacarme los colores a la cara, porque cómo me decía cosas. Pero mentiras. Puras mentiras. A mí se me hacían los ojos cuadrados, y el disfrutaba. Era divino".
Sonriendo, segura de sí misma, satisfecha de haber destacado en lo que ha emprendido, Silvia Pinal se coloca las gafas. La entrevista ha terminado.
13 Marzo/1988
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