Emmanuel Carballo - Un crítico de la literatura mexicana
Actualizado: 19 ene 2021
"No hay una sola verdad, cada uno tiene la suya, y tenemos que aprender a respetarnos unos y otros".
LM.- ¿Y por qué te da tanto temor hablar?
EC. - Porque hablo más de la cuenta.
LM.- Pero ¿Qué es lo que dices?
EC. - Yo digo la verdad, y eso es horrible en este país. Me decía un amigo: "El que dice la verdad está condenado a muerte". Yo me condeno a muerte cada quince días, y me fusilan cada veinte, pero renazco como el ave fénix de mis cenizas para volver a morir...
Por eso no quiero hablar.
LM.- Pero la verdad es, ante todo.
EC.- Pues debería ser. Es mi gran lucha, eso digo yo. Nada más ve cómo se enojan cuando digo la verdad, en lugar de que la practicáramos todos. No hay crítica política, no hay crítica literaria, no hay crítica artística.
No sabemos escuchar la verdad, y al no saberla escuchar, no sabemos decirla. No la enseñan en las escuelas, no la enseñan en nuestra casa, no la dicen en los periódicos, no la oímos en las estaciones de radio, no aparece en la televisión... Decir la verdad en un país pobre es un lujo, y los lujos se dan de vez en vez, cada diez, veinte, cincuenta años... Se dio en Madero y un poco en el tiempo de Lázaro Cárdenas, y estamos a punto de que surja nuevamente. No hay una sola verdad, como decía la Iglesia Católica. Tú tienes tu verdad, yo tengo la mía, el PAN tiene la suya; el PRI tiene otra, y tenemos que aprender a respetamos unos y otros, a convivir dentro de la cultura, y si democráticamente gana la derecha, o gana la izquierda o el centro, respetar al que gane y seguir adelante. Son los accidentes propios de la democracia. En la literatura tiene que pasar lo mismo. Tiene que haber muchos grupos con fuerzas equivalentes, para que haya una literatura más fuerte. Tiene que haber diversidad, no unidad, para que se equilibre el poder y para que cada uno señale los errores de los otros... Yo y algunas otras personas lo hemos señalado. Soy crítico literario, fundamentalmente, y creo que es mi deber.
LM.- Si tus críticas molestan por ser verdades, puede ser que también halaguen por la misma razón.
EC.- Pues sí, pero a la gente que no tiene ni voz ni voto, la gente que no tiene acceso a los medios de comunicación masiva, la gente que dice: "¡Ay!, qué bien, qué bien". Pero tú no oyes, no sientes su apoyo. Por ejemplo, a raíz de una entrevista que me hicieron en Torreón, hubo un montonal de gente que no estaba nada, nada de acuerdo con lo que yo decía, y trataron de lincharme.
En cambio, la gente que estaba de acuerdo conmigo, me lo decían muy en lo particular. Muy quedito… - baja el tono de su voz y con una sonrisa continúa -: "No querían comprometerse por temor a sufrir las represalias de los grandes dioses de la literatura y la cultura mexicana. Yo creo que por eso tenemos que decir que Dios ha muerto y que vivan los dioses. Es mejor que haya muchos diosecillos como en los panteones griegos, y no solo Dios, un Zeus tronante que lanza rayos y que es capaz de fulminar a cualquier vecino".
LM.- ¿Te refieres a los grandes mitos de la cultura mexicana?
ÉC. - No, las personas a las que yo me refiero serían mitos si no tuvieran una obra que las respaldara, y yo me refiero concretamente a Octavio Paz, que es el jefe visible de la literatura mexicana. Es el Carlos Salinas de Gortari de la literatura mexicana, el escritor más importante de México, y yo tengo un enorme respeto por su obra literaria, tanto por su poesía corno por sus ensayos. Pero difiero de sus posiciones políticas y no estoy de acuerdo en que pontifique y dirija la literatura de manera que sus acólitos sean los que reciban la estafeta.
LM.- ¿Sus llamados discípulos?
EC.- No tiene discípulos, tiene más bien personas que lo siguen porque tiene el poder, como no se puede decir que Salinas tenga discípulos. Tiene personas que le dicen: "Sr. presidente, aquí hay un escalón, tenga usted cuidado porque se puede caer... Sr. presidente, ¿Quiere usted tomar una gordita o quiere usted una enchilada?"… Son gente que no tiene dignidad suficiente y que a todo dicen que sí, sin criticar, sin poner en tela de juicio las decisiones presidenciales en política... Fíjate, a mí me acusaron de que yo usaba juicios personales para hablar de Paz. Dije, por ejemplo, que era un gran sapo hinchado de vanidad (ríe)…
UNA FIGURA LITERARIA DUDOSA O ACERTADA
LM.- ¿Y creías que la gente no se iba a enojar?...
EC.- Bueno, es una figura literaria dudosa o acertada. Mira, Enrique Krauze usó cuestiones personales para descalificar a Carlos Fuentes, dando golpes por debajo del cinturón. Las personas que a mí me llaman a la razón o a la cordura, son los mismos que hacen lo que yo hago, pero en grande. Yo tengo un gran respeto por Paz, que es un maestro. Me gustaría que Paz fuera más respetado y más respetuoso de los de más. Ese es mi problema con Paz. Yo no digo que sea un hombre inflado que tenga una obra menor. Yo creo que Paz en México y a la escala del idioma ha creado una de las grandes obras. Me refiero a su actuación como director de VUELTA, al Octavio Paz defensor acérrimo del imperio norteamericano, al hombre que ataca a golpe de martillo a la Unión Soviética o a Nicaragua, a todo lo que huela a izquierda...
LA VIDA DEL GUANAJUATENSE JAIME CEBALLOS.
LM.- ¿Y cuál es tu opinión de Carlos Fuentes?
EC.- Bueno, Carlos Fuentes y yo somos compañeros de generación. Somos amigos y nos iniciamos juntos en la literatura. Publicamos en 55 una revista que cambió el panorama de la literatura mexicana, la Revista Mexicana de Literatura. Yo creo que Carlos fue en los años cincuenta y sesenta el modelo del escritor mexicano. Es un hombre que ha evolucionado con el tiempo, y cambia conforme cambia el tiempo. Ha defendido a Nicaragua, es el portavoz en los Estados Unidos de los movimientos progresistas en América Latina, ha estudiado admirablemente bien los fenómenos políticos mexicanos, desde La Región más Transparente hasta Gringo Viejo y una novela que sucede en Guanajuato. Las Buenas Conciencias, donde se cuenta la infancia y la adolescencia de Jaime Ceballos, quien quiere ser distinto a su familia, una de las más pudientes del Estado de Guanajuato, pero al fin se dobla y es como los demás. Es una conciencia a la que le cortan las alas. Sucede una cosa muy interesante con el protagonista de esta historia, y es que sigue apareciendo en las distintas novelas de Fuentes, ya como achichincle de Artemio Cruz o de otros personajes. Y cosa curiosa, ahora que agarraron a Legorreta por el fraude en la Bolsa de Valores, una de las personas que aprehendieron con él se llama Jaime Ceballos. A veces la literatura anticipa la vida. Si hubiera sido periodista, yo hubiera estudiado la vida de Jaime Ceballos, y quizá se pareciera a la que Carlos Fuentes le inventó desde Las Buenas Conciencias hasta La Muerte de Artemio Cruz. Es interesante...
LA MEJOR ESCRITORA ES ELENA GARRO
LM.- Yo quisiera que me hablaras de las mujeres escritoras...
EC.- La mujer del siglo XX ha ganado a pulso una condición que antes no tenía. Goza ya del derecho de voz, derecho de voto y literariamente se ha expresado tanto en poesía como en prosa.
En México la mejor escritora es Elena Garro, quien fue esposa de Octavio Paz durante muchos años. Es la mejor dramaturga. Elena Garro está a la altura de los grandes escritores de nuestros días.
LM.· ¿Y los escritores extranjeros que radican en México?
EC.- Bueno, García Márquez es uno de los grandes escritores, en todas las lenguas. Yo leí en originales Cien Años de Soledad.
Conforme iba terminando los capítulos, García Márquez me los llevaba y yo los iba leyendo.
Cuando terminó la novela, yo hice el prólogo a su disco de la Universidad de México, y dije que estábamos ante una de las grandes novelas del siglo XX, que era una novela admirable y genial, y no me equivoqué. Mi juicio no estuvo influido por nadie, porque leí la novela en originales. Como crítico literario, es uno de mis juicios de los cuales estoy más contento.
LOS GENIOS DE FIN DE SIGLO
LM.- ¿Tú crees que el boom de los escritores latinoamericanos se está renovando?
EC.- Bueno, por ejemplo, en México no hay escritores que tengan menos de 35 años con la calidad que tuvieron en esa misma edad Arreola, Rulfo, Fuentes, Castellanos... La generación nuestra, que nació en los años veinte, fue impulsada por el Estado Mexicano. Nunca se había brindado tanta ayuda al escritor mexicano, tantos premios, tantas becas, tantas editoriales, tantos viajes, tantos congresos. Tenemos una excelente literatura, pero todavía no aparece un gran genio. Los mejores escritores mexicanos del siglo XX nacieron en el siglo XIX, y se llaman por orden de aparición José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán y Alfonso Reyes. Y su acólito sería Julio Torri. Después vendría la generación de Los contemporáneos: Gorostiza, Villaurrutia, Pellicer... Después vendrán Paz, Rulfo, Fuentes, Revueltas - que no se nos olvide que es un gran escritor -, Elena Garro, Rosario Castellanos - su poesía La Lamentación de Diego me parece uno de los grandes poemas mexicanos- …
LM.- ¿Montes de Oca?
EC.- Montes de Oca me parece que es un hombre que se ha repetido a si mismo durante 30 años.
LM.- ¿Sabines?
EC.- Bueno, no hay un chico de treinta años que tenga la voz y fuerza de Jaime Sabines…
LM.- ¿Entonces qué va a pasar?
EC.- Estamos, así como a punto de que aparezca, de un castillo en una fiesta de pueblo, una serie de cohetes que sean los genios de fin de siglo. La literatura mexicana es excelente en el sentido de que hay muchas prosistas, muchos dramaturgos, muchos historiadores, muchos críticos literarios, pero falta todavía que de un gran estirón.
Emmanuel Carballo, tal vez el crítico literario más importante actualmente en nuestro país se levanta. La entrevista ha terminado.
5 noviembre 1989
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