Cristina Pacheco - Una mujer que se atrevió
Actualizado: 20 ene 2021
Cristina Pacheco llegó con el aire que la instaló en un sillón. No fue por mucho tiempo. Quizá lo suficiente para recordar sus ojos, su pelo y su piel canela. Sus finas manos delgadas y sus palabras que se batieron sin reposo, ligeras y seguras.
DE SAN FELIPE GUANAJUATO
- Platíqueme ¿Cuándo sale usted de Guanajuato?
- Muy chica, de cinco o seis años, pero de hecho nunca salí, porque tenía un padre fanático de la tierra que todo el tiempo estaba a mi lado hablando de regresar al campo.
Por fortuna para mí, nunca regresamos y yo pude ir a la escuela y trabajar muy jovencita.
Muy chica gané dinero. Es muy importante saber que uno es capaz de ganarse una pieza de pan. Entonces nunca salimos realmente de Guanajuato. Mis raíces de Guanajuato son mi padre y mi madre maravillosos, que están presentes en mi narración constantemente, en mí observación de las cosas y de mi perspectiva para juzgar la vida.
Él, con un sentido de campesino, del hombre que ama la tierra más que nada en la vida, y ella con una capacidad de narración como de verdad nunca la he encontrado en alguien más. Era una narradora natural formidable. Tenía ese don para captar los estilos, la voz, etc. Nos hacía soportable la vida contándonos historias fantásticas.
Mi idea es llegarle a igualar alguna vez en su gracia, en su velocidad narrativa, que es muy importante.
En cuanto termino de escribir un texto y siento que hay algo mal, digo: "Esto no lo hubiera escrito mi madre". Y lo modifico hasta que encuentro por oído el ritmo de la voz de ella.
Por eso digo que es tan importante el hábito de la narración, conversar en familia, hablar con un grupo... Uno aprende tantas cosas. Aprende a escribir, entre otras cosas, o trata de aprender a escribir.
QUIERO CONTARLE MI ROMANCE
- En su serie "Aquí nos tocó vivir", en sus libros; "Sopa de Fideo", "Para vivir aquí",” zona de desastre", "La última noche del tigre", usted encontró la sensibilidad adecuada para lograr ese sincero contacto con la gente del pueblo.
- Cuando uno empieza su oficio, tiene que ir abriéndose espacios y caminos durante muchos años, pero llega el momento en que es un poco al revés. Ahora la gente busca el contacto conmigo, cosa que me llena verdaderamente de orgullo. Es lo que más me enorgullece de mi trabajo, más que los premios, más que nada en la vida. La gente sabe que tiene en mí a una amiga, pero una amiga parejita, ¿comprende? Yo no voy a ir con el micrófono y con las cámaras a hablar del fenómeno social, como se dice ahora. Eso lo detesto. Yo voy a participar en la vida de los demás en la medida de lo posible. Ellos me dicen hasta cuándo y hasta dónde. Si algún reconocimiento llegara a tener, sería el reconocimiento que me ha dado la gente, pero yo no hablo de los académicos o de los consagrados, yo hablo de la gente de la calle, de la gente que de pronto me habla y me dice: "Quiero contarle mi vida para que usted la cuente.
Quiero contarle mi romance, quiero que venga a mi casa para que vea como me estoy casando o descasando... "
Ahora mismo, antes de separarme de un grupo de chavos, uno de ellos me entregó un papel escrito que tenía este título: Cómo vivo, y le pedí que me permitiera incluir ese material cuando escriba un cuento sobre un chavo-banda. Si alguna vez tengo oportunidad de escribirlo, sería el toque perfecto, el toque ideal. A mí me parece que la ficción no es para nada ajena a la realidad. Siempre tiene que estar basada en la realidad. Yo no voy a inventar un chavo-banda. No necesito hacerlo porque los conozco. Eso es maravilloso.
HONESTIDAD
-¿Me quiere decir cómo le hace para colaborar con tantas publicaciones, semanalmente en "La Jornada" y en Siempre", y tener además un programa de televisión y otros en la radio?
- Lo que pasa es que me gusta muchísimo mi trabajo, y tengo la fortuna de trabajar con gente que me entiende muy bien. Por ejemplo, en la tele tengo un equipo que hace diez años está conmigo. Ahora formamos una auténtica familia. Es algo sensacional, porque ellos entienden muy bien lo que yo quiero; un programa limpio, sin amarillismo, sin excesos, sin intromisiones. Un programa honesto que no sea un espectáculo.
- ¿Y usted se cataloga como una periodista honesta?
- No entiendo este oficio de otra manera. Soy honesta porque creo en lo que hago, y creo que a estas alturas sería capaz de hacer cualquier cosa por defender mi tribuna. No podría traicionar a la gente que hace posible mi trabajo, a la gente que me da su tiempo, su vida, que me cuenta sus historias y me permite entrar en su mundo. Saben que no los voy a defraudar. Yo tengo una conciencia profesional muy bien establecida en ese sentido.
AMO A MÉXICO
- ¿Cuántos años tiene en el periodismo, señora?
- De hecho, toda mi vida. Muchos años escribí sin firmar. Después firmé con seudónimo masculino.
- ¿Cuál era su seudónimo?
- Juan Ángel Real. No me lo puse yo, me lo puso un señor que usted debe conocer: Raúl Prieto (Nikito Nipongo). El decidió ponérmelo cuando me invitó a trabajar, para protegerme de mi miedo. A mí me daba miedo escribir porque yo me casé muy joven con José Emilio Pacheco, ya entonces era un problema ser esposa de un escritor que ya era famoso, y aunque era muy joven, era un escritor impecable. Yo temía que la gente dijera: "Miren, está ahí porque quiere imitar al marido y valerse de su fama"... O bien que dijeran: "Pobre José Emilio se casó con una estúpida".
Todo eso pensaba entonces, y creí que para resolver el problema debía escribir con seudónimo. Y desde 1976 a la fecha firmo con mi nombre. Ininterrumpidamente estoy en todos los medios de comunicación en que puedo estar. He procurado mantener siempre el contacto con la realidad de México. Yo soy una fanática de este país, y alguien seguramente me llamará cursi, pero creo en este país como nadie; lo amo, me encanta, y adoro esta ciudad.
- ¿No teme que la acusen de chauvinista?
- No, no lo soy. Simplemente no podría dejar de amar a este país que me ha dado absolutamente todo. Me ha dado todas las oportunidades de trabajar. No ha habido puertas que se cierren, y las que se han cerrado, he vuelto tocar y se han abierto.
¿Cómo no amar a un país que me salva del silencio, de la miseria, aislamiento, de la ignominia de la esclavitud? Es un país que me dio todo, y yo tengo que devolverle algo de lo mucho que me dio y que me da.
- Cristina, usted estudió la carrera de literatura. ¿Cómo derivó hacia el periodismo?
- Yo tuve siempre, y lo conservo, amor absoluto por literatura, y yo incluyo en la literatura al periodismo. Estudié letras españolas tres años, y fui pésima estudiante. Me disculparía si pudiera con cada uno de mis maestros, porque ha de haber sido una lata tenerme como alumna. Fui una estudiante muy marcada por la pobreza y las presiones familiares.
Imagínese usted una muchacha de 17 años que tiene tres trabajos y va a la Universidad... No podía hacer la tarea, no sacaba diez, no tenía libros, ni tiempo, ni un lugar para estudiar...
ESTOY PERDIDA FRENTE A EL
- La relación entre José Emilio y usted debe ser muy difícil, porque es una relación ambivalente; son esposos, pero también son dos escritores, dos inteligencias que se interpretan...
- Mire, no es fácil. Tenemos una relación afectuosa y de admiración, pero sé que tiene
todas las de ganar y que yo estoy perdida frente a él. Y no por él estoy perdida, sino por los otros.
Él es un hombre muy querido, muy apreciado y muy respetado, y yo supongo que a muchos les parece casi una deslealtad que yo me haya atrevido a la literatura.
Pero él sabe que voy a seguirle siendo leal hasta que me muera en ese sentido. Las áreas de nuestra actividad son tan diferentes, que no chocamos. Si alguna vez chocáramos, y no ha ocurrido, sería por la gente y sé que -lo digo sin rencor y eso si me gustaría que lo dijera en su entrevista - voy a ser la sacrificada, porque soy una mujer que empieza a hacer cosas que otras mujeres no hicieron.
Conozco muchas esposas de escritores que quisieron ser escritoras, y no se atrevieron, no tuvieron valor. Conozco muchas esposas de pintores que quisieron pintar, y no se atrevieron.
Realmente yo digo a veces: "Híjole, ¿Cómo se me ocurrió?".
No lo sé, quizá porque tengo el instinto, tengo la vocación, tengo la pasión, y sé que si me equivoco puede ser por falta de inteligencia, de talento, de lo que usted quiera, pero nunca por falta de amor a mi oficio. No quiero ser José Emilio Pacheco, ni tengo su don extraordinario ni su inteligencia deslumbrante. No tengo su capacidad de análisis ni su memoria implacable, pero tengo otras cosas con las que he logrado abrirme camino en el mundo. Debo decirle que si he podido escribir es también bastante gracias a él. Es un hombre que ha respetado mucho mi espacio, mi dignidad y comprende mi lucha. No quiere que haya culpa entre él y yo por el trabajo. A mí me pagan diez veces menos que a él, y quizá mi trabajo sea bueno. Y si no es bueno, sé que me entregué locamente a él. José Emilio me dice: "Imponte, protesta... " Pero yo no soy capaz de protestar. La gente acepta mucho mi trabajo periodístico. Los intelectuales me llaman y me dicen: "Qué buen reportaje", pero jamás me reconocerán en un nivel de igualdad porque hay un machismo muy severo en este terreno...
UN RIESGO DE VIDA O MUERTE
- Podríamos decir que está en una lucha constante...
- Es que no conozco, no entiendo ningún trabajo que no sea una lucha. He desempeñado muchos trabajos en mi vida, he sido vendedora, he sido secretaria, he sido promotora, he sido maestra de gimnasia, etc. Y nunca ha sido de otra manera... Yo entiendo que en todo trabajo hay un riesgo de vida o muerte porque de otra manera debe ser aburridísimo trabajar. ¡Qué horror!... Yo de pensarlo me muero de sueño.
- ¿Qué criterios sigue para determinar su línea de entrevistas?
- Soy muy libre, me dejo guiar solamente por la novedad y las noticias, sino por mi propio gusto e interpretación de la realidad. En este momento no está de moda (entre comillas) los chavos-banda, pero a mí me interesan y me acerco a ellos solamente por eso.
No sé hacer entrevistas por encargo. Alguna vez me ha contratado alguna revista para
entrevistar a fulano de tal, y me sale fatal. Lo primero en mi trabajo es una cosa emocional, una especie de seducción, de enamoramiento y maravilloso compromiso; hasta de pleito, muchas veces.
- ¿Cómo puede enfrentar las presiones de un trabajo, intenso y tan agobiante?
- Tengo demasiadas actividades, pero todas están dentro de una misma función. Duermo muy indisciplinadamente, pero hago ejercicio y trato de llevar una rutina más o menos higiénica, porque entiendo que si yo no cuido eso voy a tronar. Me levanto muy temprano, me gusta mucho el amanecer, y si veo las montañas que rodean la ciudad de México soy totalmente feliz. Y como fuera, lo único que me sigue interesando es escribir.
Todo lo demás no me interesa.
Sin la escritura la vida me parecería sumamente aburrida o una carga demasiado gravosa.
Para mí la escritura es la libertad.
Así, como esa libertad, el Premio Nacional de Periodismo 1984, vuela infatigable. Ahí va Cristina Pacheco.
24 DICIEMBRE 1989
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