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Foto del escritorLuz Marcela Vera

Francisco Ballesteros - Vine a Guanajuato a pelear contra los cristeros

Actualizado: 29 dic 2020

"Si adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar.

Si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar.

A Francisco Ballesteros muchos lo consideran como el mejor fotógrafo en el medio político, pero antes de convertirse en el mejor fotógrafo y periodista y ejercer cargos públicos, fue soldado del Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza. Este es su interesante testimonio, de primera mano, sobre la revolución.

Yo entré a la carrera militar a los doce años, cuando tuve que suspender los estudios que había hecho en diferentes escuelas: de Mascarones, Colegio Lasalle, Colegio Francés, "Padre Mier" y Alberto Correa, porque estaba la mera Revolución.

"En ese entonces mi padre era amigo de Miguel Acosta, y cuando él entró a México, yo me le pegué.

Miguel Acosta andaba con Jacinto B. Treviño, y éste con Venustiano Carranza. Carranza era un hombre muy caprichoso y muy discreto... Junto con él andaban Benavides, Aarón Sáenz, Martín Luis Guzmán".


LOS PELONES Y LAS UÑAS LISAS

Las canas en Ballesteros no lo hacen más viejo, tiene el arte de vivir recordando tiempos pasados.

"Cuando yo me alisté, me dieron un máuser. Algunos de éstos eran fusiles que les quitaban a los soldados de Victoriano Huerta. En la lucha nosotros nos distinguíamos por nuestra banderola azul.

Los que andaban de verde eran los federales, Los pelones. Nosotros éramos Los uñas lisas. En la Revolución siempre estábamos al corriente en la paga (¡de tres o tres pesos cincuenta centavos!)

Pero en alimentos, comíamos lo que podíamos. Algunas veces el ejército nos repartía sardinas americanas. Eso sí, las soldaderas nos torteaban a todos, eran muy buenas gentes.

" ¡Y valientes como ellas solas!"

-y riendo, agrega: "Porque en la lucha entraba la bola! Ferrocarrileros, campesinos del norte, mineros y al final ellas ".

MI GENERAL Y MI COMPADRE

Sin dejarle ir, le traigo a la memoria al general Alvaro Obregón.

"Sí, lo conocí en 1914 en el Hotel Francés de México. Un hombre con sentido del humor. Él me puso el sobrenombre de Cortalaire, por lo delgado y alto que yo era…"

Cierra unos segundos sus ojos, siento que se inquieta, pero sigue hablando: "Yo llegué a capitán.

Antes fui correo de Ébano a Tampico.

Ahí conocí a Gonzalo N. Santos, éramos compadres. Él era teniente a las órdenes de Cedillo, jefe de operaciones de Calles. La primera vez que vine a Guanajuato fue con Gonzalo, a pelear contra los Cristeros en San Felipe y San Luis de la Paz". (Una tos continua le interrumpe) "Yo dejé de tomar parte en la Revolución por tanta traición que hubo. Fusilaron a Pancho Murguía, a Maycott y a Lucio Blanco. Yo los admiraba..."

Con un pargo silencio, y sin decir más su figura erguida desaparece poco a poco en la calle llevando una historia grabada por dentro.

EL HOMBRE TRAS LA CAMARA

Ballesteros aprendió su actual oficio como aprendiz de los fotógrafos que andaban en la Revolución, principalmente con Jesús Avitia, el fotógrafo del general Obregón. Con su primera cámara, un "Temo II" de tripié y con luz de magnesio.

Durante 48 años ha retratado a muchos de los presidentes de la República. Además, le tocó "cubrir" la expropiación petrolera en Poza Rica, Veracruz. Llega a periodista cuando Ernesto Hidalgo le da trabajo en el periódico El Gráfico, en la ciudad de México. Ahí conoce a Fernández Martínez, quien se lo trae a Guanajuato cuando llega a Gobernador del Estado.

Han pasado las generaciones, pero el hombre aún sigue disparando con su cámara, captando hechos y sucesos. Recopilando documentos gráficos de innumerables actos oficiales, visitas de presidentes de la República, etc.

Gracias a Francisco Ballesteros, hoy conservamos un valioso archivo de la vida política de Guanajuato.

7 Febrero/1988

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