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Foto del escritorLuz Marcela Vera

Sam Rodgers - Yo saco el oro a la antigüita

Actualizado: 20 dic 2020

"DAR A CADA EMOCION UNA PERSONALIDAD, A CADA ESTADO DEL ALMA UN ALMA."

FERNANDO PESSOA.

EL ULTIMO GAMBUSINO

Curtido en la Segunda Guerra Mundial, Sam Rodgers disfruta las condiciones ásperas de la vida azarosa de los buscadores de oro. Su campamento está en las montañas de Guanajuato, desde donde ha bajado para esta entrevista. Con su casco minero, camisa de uso diario, pantalón que no cuenta el tiempo, un trapo rojo que sale de uno de sus bolsillos traseros, botas negras, la mochila y la fiel "Lasaña", recorre kilómetros y kilómetros, para ocasionalmente formar parte de la ciudad de Guanajuato.

Mexicano de nacimiento, con sangre española, francesa, escocesa, irlandesa, suiza, holandesa, Sam Rodgers explica con un dejo de orgullo su genealogía: "Rogerio era el nombre original en España.

En el año 860 la familia se fue a Francia y el nombre se convirtió en Roger. Hacia 1089 emigraron nuevamente a Irlanda, donde nace mí abuelo William Rodgers. Tengo una abuela sueca del año del caldo. Y la otra fue a Suiza. Mi papá nace en los Estados Unidos. Los antecesores de mi madre fueron de los primeros colonos de Norteamérica.

Mi padre vino a Guanajuato en 1892 y aquí murió en el 46. Mi mamá es maestra egresada de la Universidad de Ohio y vino a Guanajuato a dirigir el Colegio Juárez.

Cuando yo nací, en 1925, ella desempeñaba esa función".

ENFERMERO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

En ojos demasiado azules, sobre piel tostada y arrugada, leo voces que bullen lo que piensa y cree.

Como una sombra que atestigua su camino, su vida. "Yo terminé mi secundaria en el Colegio del Estado. Y comencé a estudiar la preparatoria de medicina, pero a los 17 años me fui a la guerra de voluntario, como enfermero en la infantería de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Mi matrícula fue 17147115. Fueron 14 meses de combates en Normandía, Norte de Francia, Alemania y Europa Central. Y ya íbamos al Pacífico a invadir el Japón, cuando se acabó la guerra con la bomba atómica.

Eso me salvó porque yo iba a formar parte de las primeras cinco olas. Las primeras 10 son 100% bajas".

LM.- Pero tú como enfermero llevabas el emblema de la cruz que te identificaba y te protegía de los ataques del enemigo.

SR.- La artillería no distingue cruces, sólo la infantería, porque, los soldados alemanes reconocían que los enfermeros podían curarlos a ellos. Yo los atendía, sólo que con cuidado porque había soldados que no estaban tan heridos como parecía, y trataban de matarlo a uno a la hora que nos acercábamos, sobre todo los de la S.S. famosa, que eran fanáticos. De los 40 enfermeros de mi grupo, yo fui el único que salió vivo. En mi compañía tuvimos 2700 bajas. Yo soy un tipo con sentido de responsabilidad. Para mí era una obligación, pero fue algo tremendo.

TODO UN PROSPECTOR

Al paso de una persona conocida, Sam se levanta, interrumpiendo, cortando quizá algo que no quiere recordar.

LM.- Dentro de la minería ¿Qué diferencia hay entre: ¿buscón, campista, lupia y gambusina?

SR.- Te voy a explicar esas cuatro categorías. El buscón, como su nombre lo indica, es el que entra a la mina a buscar mineral, con permiso del dueño. El campista es lo mismo que el buscón, pero a él se le asignaba un campo que tenía su propia gente. Una compañía dentro de la propia compañía. Al final de la semana salían con su carga con la obligación de venderle la mitad a la compañía. El lupia es el ladrón de las minas. Que generalmente trabajaba ahí como peón, y se fijaba dónde había costales de minerales para robarlos. El gambusina busca en el campo una veta chiquita para explotarla y trabaja nada más para él. Yo me dedico a buscar yacimientos a nivel de compañía. Hasta ahora lo que he encontrado es oro, y las comunidades de aquí están orientadas a extraer la plata. Guanajuato es una ciudad esencialmente platera.

LM.- ¿Y cómo sacas el oro?

SR.- Yo saco el oro a la antigüita, lavando y luego con mercurio. La veta que estoy trabajando me da de ocho a diez gramos de oro por tonelada. Estoy sacando cantidades muy pequeñas, pero me defiendo haciendo exploraciones para otras personas. Yo soy concesionario de la nación en una superficie de 62 hectáreas.

TANTITO MAS LOCO

Siento un vaho en mis pies, y al asomarme debajo de la mesa, descubro y Lasaña que, echada en medio de los dos, durmiendo plácidamente espera a su dueño.

LM.- ¿Y en tu campamento en las montañas no extrañas las comodidades?

SR.- Yo viví en la ciudad de México cerca de 20 años trabajando detrás de un escritorio. Y no me gusta ser sedentario. Estoy más a gusto tirado en el cerro. Yo me quedo donde sea. Es más, me he quedado dormido entre el agua...

Una noche me dormí en un banco de arena, cerca de un arroyo, y desperté en la madrugada, medio mareado. Había subido el agua, y me estaba jalando. Inmediatamente calenté mi café y me lo chupé, porque soy muy cafetero.

Entonces pensé: Si me levanto es para irme al cerro y pasarme el resto de la noche tiritando de frío.

Me puse unas piedras y me volví a dormir. La calma que tengo es porque sé que esta vida la tenemos prestada por un rato. El día que yo nací, en ese momento quedé condenado a morir.

LM.- ¿No te dan miedo los coyotes, las víboras, los alacranes...?

le pregunto asombrada. Y mi personaje se limita a negar con un movimiento de cabeza. Por lo que insistió: ¿Y no necesitas del contacto con la gente?

SR.-Me divierte más el contacto eventual con la gente, que estar constantemente con ellos. Desde chico he sido solitario. Cuando salía de la escuela, me pelaba al cerro a hacer mi tarea. Nunca me he perdido. Yo me enfilo en una dirección, y automáticamente voy marcando los lugares por donde paso.

LM.- ¿Te sientes diferente a los demás?

SR.- Quizá tantito más loco. (Me hace sonreír junto con él).

LAS DOS SIGUIENTES REENCARNACIONES

Dormir bajo cielos diversos, andar caminos cobijados por el viento durante casi quince años. Realmente todo es diferente en Sam.

LM.- ¿No te hace falta una mujer?

SR.- Estuve 35 años casado. Con eso ya estuvo bueno. Ya cumplí.

Tengo suficiente para esta vida y las dos siguientes reencarnaciones. Yo sólo me cocino. También lavo.

-Sobre el abastecimiento de agua me explica que hay un pocito que le da entre 10 y 15 litros. "Lo único que no me gusta hacer es remendar".

LM.- ¿Nunca te han robado?

SR.- ¿Qué se llevan? Si saben que no tengo dinero. En cambio, a Valadez uno de los más ricos del pueblo lo asaltaron aquí en el callejón de El Campanero. (Risas).

Una vez me preguntaron: "¿De qué vives?" Mi contestación fue: De milagro. Y no ambiciono más. Yo digo que hay que disfrutar esta vida. Me han contado que en ultratumba se vive muy bien, pero yo no conozco todavía a nadie que me lo venga a asegurar (reímos).

LM.- ¿Y cómo calculas el tiempo, si no usas reloj?

SR.- Yo tengo la idea del tiempo en la cabeza -responde encogiéndose suavemente de hombros, a la vez que me hace una invitación a visitarlo en su campamento. "El único día que no estaré es el domingo que tengo que venir a votar.

Yo estoy registrado aquí en Guanajuato.

Cuando tuve que elegir nacionalidad opté por la mexicana".

Y mientras me da las instrucciones para llegar cruzando las montañas, se coloca la pesada mochila llena de víveres. "Llegas al Pingüico, de ahí hay 264 Mts. de desnivel.

Pasas unos corrales, sigues el camino, después..."

- ¿No hay otra forma más sencilla? - le interrumpo. "Sí, el apartado 61 en el correo de aquí en Guanajuato", me dice alejándose va con "Lasaña" que mueve la cola en señal de despedida.

20 Marzo/1988

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